sábado, 10 de octubre de 2009

Niñatos llorones

En la cadena televisiva Antena 3 han comenzado a emitir un “reality show” titulado “El curso del 63”, en el que se somete a un grupo de jóvenes de ambos sexos a los métodos educativos que regían en aquellos tiempos de la posguerra. Claro está que en dicho programa no se mencionan en absoluto cuestiones políticas ni religiosas, ni tampoco los alumnos se ven sometidos a ningún tipo de castigos físicos.
Hubo gente que se rasgó las vestiduras ante este “ataque a la dignidad de las personas”. A mí me parece que ni tanto ni tan calvo. Precisemos un poco. Yo estuve interno cinco años en un colegio, entre 1956 y 1961, y puedo garantizar que el grado de disciplina del alumnado era muy superior al que vemos en el programa de televisión, y, ¡ojo!, nunca vi a nadie llorar ni coger berrinches infantiles como los que contemplamos en la pantalla del televisor. No éramos tan blandengues como los jóvenes de ahora, siempre lloriqueando y demostrando de forma continuada una lamentable falta de educación. Al verlos, uno siente vergüenza ajena.
Pero, ¿qué se puede esperar si sus propios padres los justifican y disculpan su comportamiento, arguyendo que sus salidas de tono se deben a su fuerte personalidad (sic)? Da pena, de verdad.
Hace pocos días leí en La Nueva España un artículo de opinión, en el que su autor -no recuerdo el nombre- afirmaba que no existía una diferencia notable entre la juventud actual y la de hace treinta o cuarenta años. La diferencia, según él, estribaba en que los padres de hoy carecen de garra para imponerse a sus hijos: les tienen miedo. Y visto lo que hemos contemplado, creo, sin lugar a dudas, que el articulista tiene toda la razón del mundo.
Lo malo es que estos chicos y chicas gimoteadores tal vez serán los que mañana gobiernen el país. Menos mal que entonces ya no quedará dinero alguno para malgastar, que, si no, lo emplearían todo en peluquerías y piercings.
“Cosas veredes, Sancho”, dijo don Quijote, profetizando el futuro que nos aguarda.