He pasado este fin de semana en Llanes, aprovechando el “veranillo” que tuvimos la suerte de disfrutar, tan extraño en esta época plenamente invernal.
Paseando por la villa en uno y otro sentido, puedo decir que terminé satisfecho. Las obras que destrozaron Llanes estos últimos meses parece que marchan a buen ritmo. El dragado y acondicionamiento del muelle permiten apreciar una vista de conjunto que resulta casi irreconocible. Ya se ve dónde irá situada la compuerta y en breve la dársena, rellena de pantalanes y barcos, recuperará el aspecto que tuvo tiempo atrás.
Por otra parte, los trabajos de remodelación de la calle principal, en el tramo comprendido entre el puente de la Barquera y el Casino, ya están finalizados. Y en mi opinión el resultado ha sido espectacular; creo que merece los parabienes de todo el mundo, pues está quedando precioso.
Paseando por la villa en uno y otro sentido, puedo decir que terminé satisfecho. Las obras que destrozaron Llanes estos últimos meses parece que marchan a buen ritmo. El dragado y acondicionamiento del muelle permiten apreciar una vista de conjunto que resulta casi irreconocible. Ya se ve dónde irá situada la compuerta y en breve la dársena, rellena de pantalanes y barcos, recuperará el aspecto que tuvo tiempo atrás.
Por otra parte, los trabajos de remodelación de la calle principal, en el tramo comprendido entre el puente de la Barquera y el Casino, ya están finalizados. Y en mi opinión el resultado ha sido espectacular; creo que merece los parabienes de todo el mundo, pues está quedando precioso.
Poco a poco, pero muy pronto -pues es sabido que todas las obras públicas comenzadas terminarán antes de las próximas elecciones- la hermosa villa de Llanes, la antigua puebla de Aguilar, acabará siendo -si anteriormente no lo era ya- un lugar ideal y paradisíaco. Sus playas (Sablón, Puerto Chico y Toró), sus fiestas (la Magdalena, San Roque y la Guía) y sus gentes (4000 habitantes, aproximadamente) la convierten en algo único e irrepetible, aunque sus comunicaciones con el oriente constituyen un serio hándicap a la hora de relacionarse con la vecina Cantabria. Las colas de vehículos entre Llanes y Unquera a lo largo del verano resultan suficientemente elocuentes, e irritantes para los usuarios que, año tras año, ven cómo el tramo de autovía, proyectado hace quince años, y que tal vez algún día llegará a unir ambas localidades sigue prácticamente sin comenzar. Hace siglos veinte kilómetros de carretera se construían en menos tiempo y con menos medios. Parece que aquí en Asturias la clase política carece de voluntad (o, al menos, de capacidad) para solucionar los problemas y coger a tiempo el tren de la modernidad.
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