…los hijos de este siglo son en sus negocios más sagaces que los hijos de la luz. Granjeaos amigos con las riquezas….
(Lucas, 16, 8-9).
Al fin. Tras 41 días de internamiento en la cárcel de Villabona, el exconsejero de Educación del Principado de Asturias, don José Luís Iglesias Riopedre, uno de los implicados en la “operación Marea” -llamada así por las primeras sílabas de la funcionaria también implicada Marta Renedo Avilés-, consiguió su puesta en libertad, después de haber abonado sus familiares y amigos, en concepto de fianza, la cantidad de cien mil euros, recaudada en muy pocos días.
Resulta un poco extraña tal generosidad en estos tiempos en que tanto abunda el egoísmo, máxime teniendo en cuenta que si ayudar al pobre puede llamarse caridad, las ayudas al poderoso no pueden recibir ese mismo calificativo.
Todo el asunto permanece sub iúdice, y la sentencia definitiva tal vez se prolongue durante años, lo que convierte cualquier opinión en aventurada. Sin embargo, me cuesta mucho pensar que la actuación de la juez, doña Ana López Pandiella, pueda estar equivocada. Más bien sospecho que hay, por parte de las altas instancias, un deseo inconfesable de hacer borrón y cuenta nueva, olvidándose de todo el dinero que ha entrado en juego y que adquiere el carácter de volatilizable. Así ha sucedido siempre en otros procesos similares (recuérdese el caso de Luís Roldán), y no hay que hacer muchos esfuerzos mentales para suponer que ahora sucederá lo mismo.
Tantos años de penuria en los centros educativos del Principado han encontrado ahora una explicación. El dinero, al igual que la energía, ni se crea ni se destruye; tan solo se transfiere de unos bolsillos a otros, y siempre en la misma dirección y sentido.
(Lucas, 16, 8-9).
Al fin. Tras 41 días de internamiento en la cárcel de Villabona, el exconsejero de Educación del Principado de Asturias, don José Luís Iglesias Riopedre, uno de los implicados en la “operación Marea” -llamada así por las primeras sílabas de la funcionaria también implicada Marta Renedo Avilés-, consiguió su puesta en libertad, después de haber abonado sus familiares y amigos, en concepto de fianza, la cantidad de cien mil euros, recaudada en muy pocos días.
Resulta un poco extraña tal generosidad en estos tiempos en que tanto abunda el egoísmo, máxime teniendo en cuenta que si ayudar al pobre puede llamarse caridad, las ayudas al poderoso no pueden recibir ese mismo calificativo.
Todo el asunto permanece sub iúdice, y la sentencia definitiva tal vez se prolongue durante años, lo que convierte cualquier opinión en aventurada. Sin embargo, me cuesta mucho pensar que la actuación de la juez, doña Ana López Pandiella, pueda estar equivocada. Más bien sospecho que hay, por parte de las altas instancias, un deseo inconfesable de hacer borrón y cuenta nueva, olvidándose de todo el dinero que ha entrado en juego y que adquiere el carácter de volatilizable. Así ha sucedido siempre en otros procesos similares (recuérdese el caso de Luís Roldán), y no hay que hacer muchos esfuerzos mentales para suponer que ahora sucederá lo mismo.
Tantos años de penuria en los centros educativos del Principado han encontrado ahora una explicación. El dinero, al igual que la energía, ni se crea ni se destruye; tan solo se transfiere de unos bolsillos a otros, y siempre en la misma dirección y sentido.
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