A pesar de que nuestra estancia en Sevilla coincidió con una ola de calor -en una estrecha callejuela del barrio de Santa Cruz pudimos observar un termómetro que marcaba 41 ºC-, la ciudad en su conjunto nos resultó extraordinariamente agradable: la Giralda, visible desde todas partes; el Alcázar con el preciosismo de sus salas y la exuberancia de sus jardines; las sinuosas callejuelas y diminutas plazoletas del barrio de Santa Cruz; el parque de María Luisa, la Macarena, el barrio de Triana…todo nos encantó y dejó en nosotros un recuerdo imborrable…
Regresamos con la idea grabada en la mente de una ciudad muy habitable, con kilómetros y más kilómetros carril-bici, con parque públicos cerrados a partir de las 10 de la noche, y con el recuerdo de unas gentes de trato muy agradable y acogedor que invita a repetir la visita.
Regresamos con la idea grabada en la mente de una ciudad muy habitable, con kilómetros y más kilómetros carril-bici, con parque públicos cerrados a partir de las 10 de la noche, y con el recuerdo de unas gentes de trato muy agradable y acogedor que invita a repetir la visita.
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