Hace ya más de un mes, exactamente el día 11 de junio, mi mujer y yo estuvimos en el Bierzo, en la localidad de Vega de Espinareda, a orillas del Cúa, con motivo de la celebración de la “Segunda Jornada de Convivencia de antiguos alumnos y profesores del Colegio de San Andrés”. Se trata de un colegio diocesano que comenzó a funcionar en 1964 en las instalaciones de un antiguo convento benedictino y cuya puesta en marcha significó en aquella época un verdadero revulsivo para la juventud de la zona. De allí, hasta su cierre en 1995, salieron alumnos muy bien formados que destacaron luego en múltiples tareas profesionales a todo lo largo y ancho de nuestro país.
En lo que a mí respecta, la jornada resultó muy emotiva, al regresar al colegio donde di clase durante siete cursos, desde 1966 a 1075, exceptuando dos años que dediqué a servir a la patria (aunque dudo mucho que la patria se haya sentido muy satisfecha con los servicios recibidos). Fueron siete años de juventud, de ilusiones, de mucho trabajo, de grandes amigos, de excelentes compañeros y de alumnos muy gratificantes. Y ahora, al rememorar aquellos tiempos después de casi cuarenta años, las palabras se congelan en los labios y el corazón se embarga de recuerdos.
Siento hacia Vega, sus gentes, su paisaje, el colegio…un cariño que no puedo ocultar y espero que dentro de tres años, al celebrar el cincuentenario de la fundación del colegio, pueda acudir de nuevo. Para mí volverá a ser inolvidable.
En lo que a mí respecta, la jornada resultó muy emotiva, al regresar al colegio donde di clase durante siete cursos, desde 1966 a 1075, exceptuando dos años que dediqué a servir a la patria (aunque dudo mucho que la patria se haya sentido muy satisfecha con los servicios recibidos). Fueron siete años de juventud, de ilusiones, de mucho trabajo, de grandes amigos, de excelentes compañeros y de alumnos muy gratificantes. Y ahora, al rememorar aquellos tiempos después de casi cuarenta años, las palabras se congelan en los labios y el corazón se embarga de recuerdos.
Siento hacia Vega, sus gentes, su paisaje, el colegio…un cariño que no puedo ocultar y espero que dentro de tres años, al celebrar el cincuentenario de la fundación del colegio, pueda acudir de nuevo. Para mí volverá a ser inolvidable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario