Este verano -que ya muy pronto se va a terminar- mi mujer y yo realizamos, junto con un grupo bastante numeroso de amigos y conocidos, un viaje por Europa, concretamente a Estonia, Letonia, Lituania y San Petersburgo. Los tres primeros, llamados repúblicas bálticas, son países muy jóvenes, cuyo nacimiento tuvo lugar el 6 de septiembre de 1991, fecha en la que se escindieron, como gajos de fruta madura, de la antigua URSS. Desde entonces, luchando contra viento y marea, han sido resurgiendo de su antigua miseria, construyendo nuevas carreteras, hoteles y balnearios, rehabilitando túneles ferroviarios, creando plantas de tratamiento de aguas residuales, clausurando instalaciones nucleares en deplorable estado de funcionamiento…. y convirtiéndose, en definitiva, en un destino turístico muy apreciado por los países occidentales, cuyas lenguas, incluso el español, se escuchan de continuo en las calles de Vilnius, Riga y Tallinn.
Son países muy pequeños en extensión, pues los tres juntos apenas superan la tercera parte de la superficie de España, pero su lucha actual por relanzar sus economías aún maltrechas puede servir de ejemplo al mundo occidental. No obstante, todavía existe un sector considerable de la población de estos países que añora con nostalgia la anterior era soviética, caracterizada por un cierto reparto de la pobreza, y en la que las necesidades sanitarias y educativas corrían totalmente por cuenta del Estado. Hoy día la población está envejeciendo y disminuyendo. Los inviernos son largos, crudos y fríos, cubriendo de nieve la mayor parte de su territorio, predominantemente llano con más de 9000 lagos y 1000 islas, todas ellas en Estonia. Abundan los bosques - principalmente de pino, abedules, alisos y álamos- y los parques nacionales, y existe una gran preocupación por los temas medioambientales, en especial por la actividad industrial y la contaminación del mar Báltico, debida a los vertidos de residuos a los ríos, a las aguas sin tratar, al transporte de petróleo….
La gastronomía báltica se basa en la carne, con poca sal, pan negro de centeno, crepes, salchichas y productos lácteos. Un típico plato principal consiste en un corte de carne o pescado frito o asado, acompañado de patatas y verduras hervidas.
El agua del grifo no suele resultar fiable, por lo que debe consumirse agua embotellada. Una bebida típica es la cerveza, existiendo excelentes marcas comerciales, como Saku en Estonia, Aldaris en Letonia y Utenus alus y Švyturys en Lituania. También se consume el bálsamo negro, de Riga, que se produce en Letonia desde 1752, con un contenido alcohólico de 45º y que tiene, entre otros ingredientes, cáscara de naranja, corteza de roble, carcoma y flor de tilo. En general, en las capitales los precios en bares y restaurantes son semejantes a los españoles, salvo en Tallinn, que hace honor en sus terrazas al alto nivel de vida de los excursionistas finlandeses.
San Petersburgo es otra cosa diferente, es otro mundo muy distinto…De todo ello, de lo más importante de estos países y de las impresiones que obtuve de cada uno de ellos, iré escribiendo en entradas sucesivas de este blog.
Son países muy pequeños en extensión, pues los tres juntos apenas superan la tercera parte de la superficie de España, pero su lucha actual por relanzar sus economías aún maltrechas puede servir de ejemplo al mundo occidental. No obstante, todavía existe un sector considerable de la población de estos países que añora con nostalgia la anterior era soviética, caracterizada por un cierto reparto de la pobreza, y en la que las necesidades sanitarias y educativas corrían totalmente por cuenta del Estado. Hoy día la población está envejeciendo y disminuyendo. Los inviernos son largos, crudos y fríos, cubriendo de nieve la mayor parte de su territorio, predominantemente llano con más de 9000 lagos y 1000 islas, todas ellas en Estonia. Abundan los bosques - principalmente de pino, abedules, alisos y álamos- y los parques nacionales, y existe una gran preocupación por los temas medioambientales, en especial por la actividad industrial y la contaminación del mar Báltico, debida a los vertidos de residuos a los ríos, a las aguas sin tratar, al transporte de petróleo….
La gastronomía báltica se basa en la carne, con poca sal, pan negro de centeno, crepes, salchichas y productos lácteos. Un típico plato principal consiste en un corte de carne o pescado frito o asado, acompañado de patatas y verduras hervidas.
El agua del grifo no suele resultar fiable, por lo que debe consumirse agua embotellada. Una bebida típica es la cerveza, existiendo excelentes marcas comerciales, como Saku en Estonia, Aldaris en Letonia y Utenus alus y Švyturys en Lituania. También se consume el bálsamo negro, de Riga, que se produce en Letonia desde 1752, con un contenido alcohólico de 45º y que tiene, entre otros ingredientes, cáscara de naranja, corteza de roble, carcoma y flor de tilo. En general, en las capitales los precios en bares y restaurantes son semejantes a los españoles, salvo en Tallinn, que hace honor en sus terrazas al alto nivel de vida de los excursionistas finlandeses.
San Petersburgo es otra cosa diferente, es otro mundo muy distinto…De todo ello, de lo más importante de estos países y de las impresiones que obtuve de cada uno de ellos, iré escribiendo en entradas sucesivas de este blog.
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