Fue en el siglo V antes de Cristo cuando el político ateniense Clístenes instauró el ostracismo. Era una medida preventiva que consistía en condenar al destierro durante diez años a aquellos ciudadanos que se considerasen peligrosos para la ciudad. Una vez al año la Asamblea ateniense discutía si era o no procedente aplicarlo; y si la decisión final resultaba ser afirmativa, cada miembro de la Asamblea escribía el nombre del sospechoso sobre un ostracon de cerámica u otro material similar. Si un ciudadano recibía 6000 o más votos desfavorables, se veía obligado a abandonar la ciudad, pudiendo regresar a ella al cabo de diez años. El ostracismo fue empleado como arma política contra ilustres atenienses, tales como Arístides, Cimón y Temístocles. Se cuenta, incluso, que el propio Clístenes fue castigado con el destierro.
Saco a colación el tema de Clístenes y el ostracismo porque acabo de leer en la prensa que el Sr. Rubalcaba, si gana las elecciones el próximo 20 de noviembre, tiene previsto, como primera medida, promulgar una ley que apruebe la eutanasia.
¿Le sucederá a D. Alfredo con esta ley lo mismo que a Clístenes con el ostracismo?
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