Todos recordamos que el pasado 2 de enero de 2011 entró en vigor en España la nueva “ley antitabaco”, que estableció la prohibición de fumar en todos los establecimientos de hostelería. Esta prohibición trajo consigo que en las aceras de la mayoría de bares, restaurantes y cafeterías de nuestro país se comenzasen a instalar terrazas abiertas al exterior, para que de esta manera los clientes pudiesen fumar un pitillo si así lo deseaban.
Hasta aquí todo parece correcto y perfectamente explicable. De esta forma los hosteleros ven incrementarse sus ganancias y los clientes aficionados al tabaco pueden satisfacer libremente sus deseos de fumar sin que el humo moleste en exceso a los demás. Se consigue, además, dotar a las aceras de colorido y animación
Claro está que en pleno invierno en una terraza abierta los clientes corren el riego de cogerse un buen resfriado. Para evitar este problema se recurrió a caldear las terrazas con estufas de gas, y efectivamente en los primeros meses tras la aprobación de la ley la demanda de estas estufas, fabricadas en su mayoría en China, Corea y países del este de Europa, se disparó vertiginosamente.
En París ya se utilizaban desde hace bastantes años, contribuyendo a dar un aspecto especial a las calles de la ciudad, pero en 2008 fueron prohibidas a causa de su impacto ambiental. En efecto, se trata de un despilfarro de energía que de ninguna manera resulta justificable, máxime en estos tiempos de déficit energético y crisis económica.
¿A qué esperamos para que se prohíban en España? ¿Por qué no se recurre a proporcionar a los clientes mantas de abrigo, como hacen en algunos países como Lituania? ¿Por qué no queremos aprender de los que saben más que nosotros? En esto España también es diferente.
Hasta aquí todo parece correcto y perfectamente explicable. De esta forma los hosteleros ven incrementarse sus ganancias y los clientes aficionados al tabaco pueden satisfacer libremente sus deseos de fumar sin que el humo moleste en exceso a los demás. Se consigue, además, dotar a las aceras de colorido y animación
Claro está que en pleno invierno en una terraza abierta los clientes corren el riego de cogerse un buen resfriado. Para evitar este problema se recurrió a caldear las terrazas con estufas de gas, y efectivamente en los primeros meses tras la aprobación de la ley la demanda de estas estufas, fabricadas en su mayoría en China, Corea y países del este de Europa, se disparó vertiginosamente.
En París ya se utilizaban desde hace bastantes años, contribuyendo a dar un aspecto especial a las calles de la ciudad, pero en 2008 fueron prohibidas a causa de su impacto ambiental. En efecto, se trata de un despilfarro de energía que de ninguna manera resulta justificable, máxime en estos tiempos de déficit energético y crisis económica.
¿A qué esperamos para que se prohíban en España? ¿Por qué no se recurre a proporcionar a los clientes mantas de abrigo, como hacen en algunos países como Lituania? ¿Por qué no queremos aprender de los que saben más que nosotros? En esto España también es diferente.
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