lunes, 12 de septiembre de 2011

Tallinn es una maravilla

Cuando llegamos a Tallínn era ya tarde avanzada y llovía intensamente, aunque pronto comenzó a clarear. Nuestro hotel, el Meriton Conference & Spa Hotel, situado muy cerca del casco antiguo, nos dio una muy buena impresión inicial, que pronto confirmamos ser cierta. Tallinn, con casi 400 000 habitantes, es una de las ciudades europeas con mayor encanto, debido principalmente a sus edificaciones medievales. Las agujas de las iglesias del siglo XIV destacan por encima de sus estrechas calles adoquinadas, y sus muros de piedra ocultan infinidad de restaurantes, tiendas y cafés. Su casco antiguo, llamado Vanalinn o ciudad vieja, conserva las características de una auténtica ciudad medieval con antiguas casas de comerciantes y almacenes. La estructura urbana se compone de múltiples callejas que confluyen en la Raekoja Platz (Plaza del Ayuntamiento), que se encuentra situada en el centro del conjunto y cuyos orígenes hay que buscarlos en el mercado medieval que allí se establecía. El Ayuntamiento, de estilo gótico tardío, construido con piedra caliza gris entre 1371 y 1404, posee una torre octogonal de 64 metros, rematada desde 1530 en una veleta que representa a un viejo guerrero que se ha convertido en el símbolo de la ciudad, el Vana Toomas: en su fachada destacan dos gárgolas en forma de dragón que datan del siglo XVII. En la cara norte de la plaza del Ayuntamiento se encuentra una farmacia (Raeapteek), tal vez la más antigua de Europa, que lleva trabajando ininterrumpidamente desde 1422. Al lado de la farmacia, un arco da paso al llamado pasaje del Pan Blanco (Saiakang), en cuyo extremo se levanta la iglesia del Espíritu Santo, gótica del siglo XIII y de credo luterano; esta iglesia ostenta los récords de poseer la torre más antigua de Estonia (1433) y el reloj más antiguo de Tallinn (1684).
La calle Pikk (larga) atraviesa la ciudad antigua al este de la plaza del Ayuntamiento; al norte de esta calle se encuentra la iglesia de San Olaf, de 124 m de altura. Durante la ocupación soviética la torre de la iglesia fue utilizada por el KGB como punto de vigilancia.
Estuvimos en la calle Vene, situada al este de la ciudad antigua, en la cual se ubica el antiguo barrio de comerciantes rusos. También se encuentra en esta calle uno de los edificios más antiguos de Tallinn: un monasterio dominico fundado en 1246, que fue abandonado tras ser incendiado durante las revueltas provocadas por la reforma luterana; fue restaurado en 1954 y hoy día alberga un museo de piedras cinceladas de los siglos XV a XVII. La iglesia de San Pedro y San Pablo, neoclásica, fue realizada en 1844 por el arquitecto Carlo Rossi.
Vimos, al sur de Vanalinn, la iglesia de San Nicolás (Niguliste Kirik), del siglo XIII, que guarda en su interior una amplia muestra de arte y que en actualidad se utiliza como sala de conciertos. Muy cerca de la iglesia, delante del número 16 de Rataskaevu, hicimos una foto en el brocal de un pozo donde morían muchos gatos callejeros, que en la época medieval se sacrificaban para pedir prosperidad para el año venidero. También hicimos fotos en los miradores Patkuli y Kohtuotsa, desde los que se observan amplias vistas del casco antiguo de la ciudad, así como de parte de la bahía.
De las 46 torres que llegó a tener la muralla que rodea la parte baja de Vanalinn, solo se conservan 26, así como 1,85 kilómetros de muralla, cuya altura varía entre 13 y 16 metros, con un espesor de entre 2 y 3 metros. En la parte norte destaca la puerta de la playa, en la que en otro tiempo rompían las olas en épocas de temporal; esta puerta está unida a un bastión del siglo XVI, conocido popularmente como Margarita la Gorda (Paks Margareeta) que hoy día alberga el museo marítimo. La puerta sur, cuya construcción data de 1475, se llama Kiek in de Kök, nombre de origen alemán que viene a significar vistazo a la cocina; esta era la denominación que se le solía dar a las torres situadas muy cerca de la población a la que defendían. La Kiek in de Kök tiene una altura de 38 metros y sus muros alcanzan los 4 metros de espesor; en su interior alberga un museo de historia de la capital.
La parte alta del casco antiguo, llamada Toompea, donde en otro tiempo habitaba la nobleza, está claramente delimitada de la parte baja, donde se había asentado la burguesía comerciante. De hecho, hasta el siglo XVII solo disponía de un entrada: el trecho de la pierna larga (Pikk jalg), pero actualmente existe también el trecho de la pierna corta (Lühike jalg); donde ambos comienzan se conserva una puerta que fue colocada por los burgueses y comerciantes de la parte baja para impedir que por la noche la “nobleza” de la parte alta bajase con toda impunidad a gozar con las esposas e hijas de los burgueses. Sobre la colina de Tompea se encuentran, entre otros edificios notables, el Parlamento y las catedrales de Alexander Nevski y de Santa María Virgen.
El Parlamento de Estonia (Riigikogu) se ubica en el castillo de Toompea. Sus orígenes se remontan a una primitiva fortaleza danesa de 1219, de la que ya queda muy poco; lo que sí se conservan son tres torres de un castillo posterior construido entre 1227 y 1229. La torre más famosa del complejo es la Pikk Hermann, levantada en 1371, en la que ondea permanentemente la bandera nacional estonia. La fachada construida en el siglo XVIII es barroca y posee un característico tono rosado.
La catedral de Alexander Nevski es una iglesia ortodoxa situada en la Ciudad Vieja de Tallinn. Fue construida entre 1894 y 1900 a partir de un diseño de Mijail Preobrazhensky en un típico estilo renacentista ruso y está dedicada a San Alejandro Nevski, que en el año 1242 ganó la batalla del lago Peipus, en las aguas territoriales de la actual Estonia.
En cuanto a la catedral de Santa María Virgen, llamada Toomkirik, el edificio es de los siglos XV-XVII, pero la torre se añadió en 1779; en su interior se alojan algunas tumbas de personajes famosos de la historia de Tallinn.
El casco antiguo se encuentra rodeado por una franja de parques (Toompark, Hirvepark…) que ocupa la línea del foso defensivo original de la ciudad
En el autocar que nos acompañó durante el viaje hicimos un recorrido de circunvalación del casco antiguo, acercándonos -por Narva maantee- al parque de Kadriorg y siguiendo posteriormente la curva de la bahía, hasta llegar a Pirita. Esto nos permitió apreciar la gran pujanza del puerto, con un tráfico continuo de mercancías y pasajeros. Nos dimos cuenta de que la ciudad ha experimentado un auge muy notable, como lo demuestran las grúas que despuntan por todas partes. Entre las construcciones más recientes se encuentra el centro comercial Viru Centre, inaugurado en 2004. Tallinn muestra una apetencia especial por todo lo nuevo, en especial por la tecnología de la información: pueden servir de ejemplo los bancos por internet y el pago de billetes de parking a través de la red.
Sin embargo -no todo ha de ser alabanzas-, los barrios de la periferia, según nos cuentan, siguen sin modernizarse, a ellos llegan pocos turistas y reflejan pobreza, desempleo y déficit de infraestructuras. El guía que nos acompañó por Tallinn, un cubano de nombre José Santana, ingeniero químico de profesión, nos comentó el malestar que sienten los estonios, trabajadores incansables, que después de conseguir elevar un 8 % su producto interior bruto, se ven ahora obligados a rescatar a otros países, como Grecia, Portugal o, tal vez, España, países que alegremente malgastan el capital prestado. Dice que Estonia ha llegado a la Unión Europea cuando ya estaba repartido el pastel y empezaban a pasar la factura…
La bandera de Estonia presenta tres bandas horizontales de igual tamaño: la superior de color azul, que representa el cielo, los lagos y el mar de Estonia y la lealtad a las ideas nacionalistas; la del medio, negra, por el color del suelo, y la de abajo, blanca, simbolizando la alegría de la gente.
Su clima es continental, sobre todo en el interior; los veranos son cortos y los inviernos largos y rigurosos, con temperaturas que pueden alcanzar los 25 grados bajo cero. Es un país predominantemente llano, poco poblado, con 3800 kilómetros de costas y un litoral en el que abundan los fiordos y en el que se albergan una veintena de puertos y se divisan un total de 1524 islas; posee innumerables ríos y lagos, y está cubierto de bosques, humedales y turberas, con una abundante flora y fauna. Su tasa de desempleo es una de las más bajas de la Unión Europea, aunque los salarios son aún inferiores a los de Europa Occidental. Pero Estonia está creciendo de una forma muy rápida, habiendo recuperado las reservas de oro depositadas en los bancos occidentales antes de la ocupación soviética y manteniendo relaciones financieras y comerciales muy intensas con la vecina Finlandia. Los yacimientos de esquistos bituminosos constituyen uno de los recursos mineros más importantes de Estonia, ya que sirven para abastecer más de la mitad de sus necesidades energéticas; cubriéndose el resto con el gas natural y el petróleo importado de Rusia. Las principales exportaciones del país son maquinaria, electrónica, piezas para automóviles, cemento, textiles, cueros, madera, papel y productos lácteos. Su economía también depende mucho del sector de la tecnología de la información, del turismo y del transporte de petróleo ruso a través de sus puertos.
En Tallin, por su parte, abundan las tiendas elegantes, los restaurantes, los bares y los clubes nocturnos, lo que pone de manifiesto el carácter hedonista de la juventud estonia de la clase alta.
El domingo (día 7 de agosto) que permanecimos en Tallinn comimos en Maikrahv en la Plaza del Ayuntamiento y cenamos en Pepersack, un restaurante medieval en la calle Viru; la fachada del edificio es muy estrecha, con una puerta ojival; el interior, de varios pisos, resulta bastante amplio, rústico, con escaleras, balcones y mesas de madera, camareras vestidas de época y un espectáculo de animación.
Hago punto y aparte, sin detenerme en cuestiones gastronómicas. Al día siguiente, lunes, madrugamos para salir de Tallinn a las 7 y media de la mañana, en dirección a Narva, con la esperanza de que el tiempo de espera en el paso fronterizo con Rusia no nos resultase excesivamente pen

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