El día 6 de agosto, salimos de Sibiu en dirección a Bucarest, de la que nos separa una distancia de más de 300 kilómetros, siguiendo el curso medio del Olt, afluente del Danubio. La primera parada la realizamos en el monasterio de Cozia, fundado en 1386 por el voivoda de Valaquia Mircea cel Bâtrân (el Viejo). Vimos la iglesia del monasterio, que es magnífica, con frescos de los siglos XIII, XIV y XVIII; en su pronaos se hallan las tumbas de Mircea y Teofane, la madre del voivoda de Valaquia Mihai Viteazul (el Valiente).
Seguimos luego hasta Curtea de Argeş. Se trata de una localidad de 32.500 habitantes, situada en la ribera oriental del río Argeş, y que es un importante enclave agrícola, punto de referencia de muchos pueblos de los alrededores. Según la tradición, esta ciudad fue fundada en el siglo XIII por el príncipe Radu el Negro, como capital del reino de Valaquia. Su nombre, en rumano, quiere decir corte real.
El monasterio, lugar de sentida devoción, acoge una singular iglesia, la biserica episcopală, con rica decoración de tipo oriental. Posee altas cúpulas encuadradas por dos torrecillas que dan a la fachada. Se construyó entre 1512 y 1517 sobre otro templo anterior edificado por Vlad Ţepeş; semidestruida por un incendio en 1867, la reconstruyó de arriba abajo Lecomte de Noüy en 1875-1886, respetando la estructura exterior, pero modificando el interior con una exuberante decoración a base de motivos tradicionales de arte de Moldavia y Valaquia. La importancia histórica de la iglesia se debe a su condición de panteón real: las tumbas del primer rey de Rumanía Carol I (1839-1914), su hijo Ferdinand I (1865-1927), Elisabeta y María están en la pronaos, cerca de las de los voivodas Neagoe Basarab (1512-1521) y Radu de la Afumaţi (1521-1529). Elisabeta y María fueron mujeres de mucha personalidad, con inclinaciones románticas un tanto extravagantes. Elisabeta, además de pintora, escribió versos con el seudónimo de Carmen Sylva, organizaba tertulias literarias en palacio y declaró obligatoria la vestimenta del traje regional para todos los cortesanos y sirvientes. En cuanto a María, la esposa de Ferdinand, la llamaron la “reina soldado” por sus frecuentes visitas a las trincheras en la Primera Guerra Mundial; le gustaban los uniformes militares, era consumada amazona y dispuso de muchos amantes.
En este momento de recuerdos históricos, surge el nombre de Carol II, hijo de Ferdinand y María, cuya escandalosa conducta estuvo unida a la corrupción y a la incapacidad política La vox populi asegura que padecía de priapismo, lo que le obligaba a mantener una incesante actividad sexual. Para satisfacerla acogía en palacio a prostitutas y cabareteras; además, tuvo una amante de tronío: Elena Lupescu, que le mantuvo hechizado hasta la muerte. Ambos abandonaron Rumanía en 1940 camino del exilio y cargados de dinero, y están enterrados en la iglesia lisboeta de San Vicente de Foras.
Delante de la biserica episcopală, bajo un baldaquín de estilo oriental, se encuentra situada la fuente de Manole, que se debe al autor del proyecto de la iglesia del siglo XVI. Cuenta la leyenda que, retenido en la cubierta del templo para que no proyectase edificios de belleza semejante, Manole intentó escapar con unas alas rudimentarias, pero cayó en el punto exacto donde ahora se encuentra la fuente. Otra leyenda refiere que la esposa de Manole fue emparedada en los muros de la iglesia siguiendo una costumbre local que obligaba al cantero a enterrar vivo un ser querido en el interior del templo para garantizar el éxito de su trabajo. Manole dijo a sus obreros que la primera esposa que trajera el almuerzo al día siguiente sería enterrada viva; los obreros se marcharon a sus casas y previnieron a sus cónyuges, con lo cual la mujer de Manole fue la que llegó primero.
Tambien vimos la biserica Sfântul Nicolae (iglesia de San Nicolás), que es lo único que queda del antiguo complejo del palacio del voivoda (Curtea Domnească), construido en tiempos de Basarab I (1310-1352) y su hijo Nicolae Alexandru (1352-1364). Es uno de los monumentos más bellos del país por la rara elegancia de sus formas arquitectónicas de estilo bizantino de los siglos XI-XII y algunos ciclos de frescos (los más antiguos, del siglo XIV). Se trata de la iglesia de los voivodas más antigua de Valaquia, terminada bajo el mandato de Vladislav Vlaicu (1364-1377), muchas veces remodelada y sometida por Grigore Cerchez a una larga y delicada restauración (1911-1926). Se conserva el exterior bizantino de bandas regulares de piedra y ladrillo. La cúpula, sobre un tambor de arcos ciegos, se apoya en las cuatro pilastras del cuadrado inscrito. Su decoración es de una mezcla de estilos, aunque se pueden reconocer los más antiguos, de 1384, por la maestría de su ejecución. En la naos se hallan las tumbas de catorce voivodas de Valaquia, entre ellos el fundador, Basarab I.
Comimos en Casa Domnească, en str. Plopis, número 3, y a continuación, de nuevo en autocar, nos dirigimos hacia Bucarest. En Pitesti, obsoleta capital de la industria automovilística rumana, cogimos la autopista A1, lo que aligeró nuestro viaje de las incomodidades de las deterioradas carreteras del país.
No hay comentarios:
Publicar un comentario