domingo, 26 de abril de 2009

Políticamente incorrecto

Hace ya bastantes años, cuando España permanecía sometida al régimen de Franco, no existía libertad de expresión, en el sentido de que resultaba imposible manifestar en público algunas opiniones de tipo político sin correr el riesgo de acabar con los huesos en la cárcel. Corren muchos relatos de aquella época, aunque por desgracia no todos resultan creíbles; pero lo cierto es que sí existía represión, sobre todo en determinados ambientes fabriles y universitarios.
Hoy día Franco ya ha muerto, según ratificó recientemente el juez Garzón, pero lamentablemente la libertad de expresión sigue sin existir. Aunque nadie va a la cárcel por decir lo que piensa, hay temas que, según algunos ciudadanos que se tildan de intelectuales y progresistas, solo admiten una interpretación, la de ellos, a la que califican de “políticamente correcta”. Son temas de todos conocidos, como la energía nuclear, el aborto, la inmigración…. Los “progres” (no sé realmente qué significa esta palabra, pues la mayoría de ellos son más carcas que la tumba de Tutankamon), cobijados a la sombra del Gobierno, que los ampara y subvenciona, no solo defienden a ultranza su postura, sino que arremeten contra aquellos que discrepan, calificándoles de retrógrados, chupacirios y racistas.
Y así un día y otro día. Siguen impertérritos en su postura y no se bajarán de la burra por más que esta desfallezca. Habrá que esperar a que los coches no puedan circular ni las fábricas funcionen por falta de energía, a que los niños sean todos de importación, o a que los inmigrantes hayan hecho quebrar a la Seguridad Social, después de descerrajar unos cuantos bancos.
Entonces, quizá ya demasiado tarde, surgirán las lamentaciones, cuando el daño se haya hecho irreparable. Pero los causantes habrán buscado ya otro árbol -preferiblemente grande- al que arrimarse, pues a la sombra no se sufren insolaciones.

lunes, 20 de abril de 2009

En fútbol las estadísticas no cuentan

Durante las retransmisiones televisivas de los partidos de fútbol por la Sexta aparecen cada poco tiempo en la parte superior de la pantalla etiquetas “estadísticas” que suministran a los espectadores datos que la mayor parte de las veces carecen de utilidad. Por ejemplo, de entre todos los partidos disputados entre los dos equipos, cuántas veces ganó, perdió o empató cada uno de ellos; cuántos goles marcó un determinado jugador de falta directa; o cuál fue el gol más tempranero de los conseguidos en la jornada…
A veces se someten a tratamiento estadístico fenómenos que la propia realidad se encarga de mantener apartados de tal tratamiento; queremos encorsetarlos en los moldes de la probabilidad y ellos no se dejan. Este es el caso que observé en la pantalla del televisor el sábado pasado en el transcurso de la retransmisión del encuentro de fútbol entre el Recreativo de Huelva y el Real Madrid; apareció una nota que hacía referencia a que en todas las temporadas en que el Recreativo había estado en Primera División siempre el Real Madrid había quedado campeón de Liga. No lo entendí en ese momento y sigo sin entender ahora lo que ese dato pueda significar. ¿Qué relación de causa-efecto puede haber entre la permanencia en Primera del Recreativo de Huelva y que el Real Madrid se alce o no con el Campeonato?
Decía el novelista francés del siglo XIX Edmont Gouncourt que “la estadística es la primera de las ciencias inexactas”. Todo depende de la manera en que manejemos los datos y los interpretemos. Si la Dirección General de Tráfico dice que el 25% (por citar una cifra) de los muertos en accidentes de tráfico no llevaban puesto el cinturón de seguridad, eso significa que la ausencia de cinturón fue la causa del 25% de los muertos, pero en buena lógica también podríamos argumentar que el 75% restante falleció por llevar el cinturón puesto. Alguien dijo que “las cifras no mienten, pero los mentirosos también usan cifras”, cifras que se pueden interpretar a gusto de cada cuál. Si yo fuera presidente del Real Madrid hubiera pedido a mis jugadores que se dejaran perder ante el Recreativo, pues de esa forma se contribuiría a asegurar su permanencia en Primera División, lo cual, según los “datos estadísticos,” garantizaría el Campeonato de Liga al Real Madrid. ¡A qué extremos de “lógica opaca” hemos llegado!

lunes, 13 de abril de 2009

¡Que le quiten el tapón al botellón!

Parece ser -lo he leído en la prensa- que en Ribadesella van a prohibir el botellón y sancionar a los infractores con multas de hasta 1500 euros por los daños y molestias producidos.
En principio aplaudo la idea, aunque creo que la noticia necesita una serie de matizaciones. En primer lugar, el botellón es un fenómeno social que se inició en España en la década de los años ochenta entre jóvenes principalmente de la clase obrera que se reunían en ocasiones en parques y plazas para beber en grupo y evitar el alto precio de las consumiciones en bares y pubs. Posteriormente el fenómeno se fue masificando y lo que en principio eran pequeños grupos consumidores de alcohol, acompañados de música y conversación, fueron degenerando hasta el punto de que en la actualidad se calcula que más de 180 000 jóvenes practican el botellón en distintos puntos de nuestra geografía peninsular. Esta masificación dio -y sigue dando- lugar a numerosas quejas por parte de los vecinos, a causa de los ruidos producidos hasta altas horas de la madrugada y de la suciedad generada, unido todo ello a frecuentes actos de vandalismo, con peleas, destrucción de mobiliario urbano, pintadas, micciones en la vía pública y en los portales, etc.
Estos problemas de índole social derivados del botellón dieron lugar a que en febrero de 2002 el Ministerio del Interior propusiese la llamada ley antibotellón, que prohibía el consumo de alcohol en la calle y regulaba los horarios de venta y propaganda del alcohol. Sin embargo, las presiones sociales hicieron que esta ley no llegase a ser aprobada. Algunas Comunidades Autónomas intentaron, por su parte, regular los horarios de venta de bebidas alcohólicas en los comercios y su consumo en la calle, mientras que otras optaron por delegar el control y la penalización del botellón en los Ayuntamientos, algunos de los cuales, para limitar las molestias a los vecinos, adecuaron espacios específicos, llamados botellódromos, alejados de las ciudades y villas y dotados de los elementos higiénicos y de seguridad adecuados.
Pero lo cierto es todas estas medidas no resultaron satisfactorias; los botellódromos apenas se utilizaron, debido a su mal acceso peatonal, y las medidas policiales originaron graves enfrentamientos entre los jóvenes y los agentes de los cuerpos de seguridad. Por ello, aunque estoy a favor de la idea del Ayuntamiento de Ribadesella, no puedo evitar sentirme pesimista ante la viabilidad de su aplicación. No creo que, en los tiempos actuales, en que tantas cosas se consideran políticamente incorrectas, sea posible erradicar el problema si, a la par que se sanciona, no se arbitran unas ofertas de ocio nocturno alternativo (apertura de polideportivos, piscinas y casas de cultura, organización de fiestas sin alcohol….) a donde puedan asistir los jóvenes sin necesidad de acudir a bares y pubs.
Ojalá en Ribadesella hagan esto y cunda el ejemplo, y evitemos así el triste espectáculo que ofrece las mañanas de los sábados y domingos el Parque de Isabel la Católica en Gijón, con todos los bancos repletos de suciedad. Creo que una persona puede ser joven sin necesidad de hacer marranadas.