jueves, 14 de abril de 2011

¿De qué están insatisfechos?

Los hechos acaban de demostrarme que estaba en lo cierto. Mi opinión, puesta de manifiesto en reiteradas ocasiones, es que en nuestro país los hosteleros siempre se han caracterizado por su propensión al llanto. “¿Qué va a ser de nosotros -decían- cuando no se pueda fumar en los bares?” Pensaban -no sé si eran sinceros- que en su mayor parte se iban a arruinar. Es más, a partir del día 2 de enero, fecha en que comenzó a aplicarse la nueva “ley antitabaco”, en algunos bares, restaurantes y cafeterías pegaron en las ventanas eslóganes en los que figuraban cajetillas de tabaco con la inscripción: “Prohibir fumar mata la hostelería”. Cifraban en miles el número de establecimientos que habrían de cerrar y en muchos millones de euros las pérdidas que la prohibición de fumar acarrearía. Sin embargo, el día 8 de abril aparecía en “El País” la siguiente noticia, aún no refutada:

“Se han cumplido cien días de la nueva ley antitabaco y los resultados son muy satisfactorios, pues ha bajado la venta de cajetillas de tabaco, el ingreso en hospitales por infarto de miocardio, el consumo de tabaco en bares, restaurantes y locales de ocio y ha aumentado el número de personas que solicitan ayuda para dejar de fumar, que se prevé que al final de año sean unas 400.000. Según datos oficiales del Gobierno, el sector hostelero ha aumentado en 21.443 afiliados a la Seguridad Social, con un porcentaje del 1,05% y 0,78% en los meses de enero y febrero y la creación de 6.882 nuevos empleos en la hostelería. Son datos que se contradicen con las previsiones de la FEHR que preveían unas pérdidas astronómicas que rondaban los 100.000 empleos y pérdidas en facturación del 20%. Pero nada más lejos de la realidad, estos datos confirman que fue una campaña de intoxicación con cifras ficticias, que solo buscaban confundir a la población y complacer las exigencias de las empresas tabaqueras copatrocinadores de dicha campaña.”

¿Qué pueden argüir a todo esto los hosteleros? Alguno, efectivamente, habrá visto disminuir su clientela, pero no podrá atribuirlo a la prohibición de fumar. ¿No se deberá más bien a su escasa profesionalidad y a los precios incontrolados?