martes, 8 de diciembre de 2009

¡Feliz Navidad!

En las calles de Gijón -al igual que otros años- han vuelto a instalar bombillas de colores conectadas en arcos de acera a acera. Antiguamente se las llamaba “iluminación navideña”, pero ahora, en cambio, la ausencia total de diseños de tipo religioso hace dudar acerca de cuál sería la denominación más adecuada para designar tales adornos.
El Ayuntamiento de Gijón -y sospecho que no es el único- está intentando -y tal vez lo consiga- eliminar de raíz todo tipo de connotaciones religiosas durante la Navidad, hasta el punto de que ya no se oyen villancicos en calles y centros comerciales. Pero deberían cambiarle el nombre, pues Navidad, desgraciadamente para algunos ediles iletrados, es una palabra que rememora el nacimiento de Jesús de Nazaret. Lo que no cambiarán, desde luego, por muy antirreligiosos que sean, son las vacaciones y cuchipandas que significan para muchos estos días navideños.
Hay muchas cosas que no consigo explicarme. Y es que resulta sorprendente la escasa capacidad de razonamiento que exhiben algunos políticos locales, que ignoran que el cristianismo constituye uno de los pilares fundamentales tanto de nuestra cultura occidental (arquitectura, pintura, escultura, música, literatura….) como de nuestro folclore (belenes, villancicos…); y renegar de esta cultura, por muy “progre” que uno sea, no puede menos de causar sonrojo, pues equivaldría a prescindir de catedrales, monasterios, iglesias, multitud de esculturas y cuadros de tipo religioso, toda la música sacra y una cantidad muy considerable de obras literarias, sin olvidar las fiestas, romerías y procesiones que tanto abundan en nuestros pueblos y ciudades.
¿Por qué queremos hacer desaparecer lo poco que queda de nuestras costumbres y tradiciones? Resulta lamentable. Parece que para algunos la cultura se reduce al Real Madrid y al Gran Hermano.

martes, 1 de diciembre de 2009

¡A seguir así!

En estas últimas jornadas de la liga española de fútbol en la categoría de Primera División el comportamiento sobre el césped y los resultados del Real Sporting de Gijón están llenando de satisfacción a todos los aficionados.
No es para menos. Que después de doce jornadas el Sporting solo haya perdido dos encuentros es algo que resultaba impensable hace pocos meses; la mayor parte de los aficionados hemos recuperado la ilusión perdida a lo largo de diez años de exilio en la Segunda División. Quedaron atrás las luchas, tantas veces estériles, en busca del ascenso, compensadas por los alirones triunfales de junio de 2008, acompañados de baños multitudinarios en la fuente de Begoña; pero queda muy reciente la pasada temporada con el miedo atenazando la garganta hasta el último minuto del último partido.
Ahora, afortunadamente, la situación parece muy distinta. De ser goleado en cada partido, el Sporting ha pasado a disponer de una de las defensas más seguras de la Primera División. Las cifras lo avalan: el portero Juan Pablo ocupa el tercer lugar en cuanto a menor número de goles encajados, solo superado por Iker Casillas y Víctor Valdés. Y, aunque a veces ha habido un poco de suerte, los triunfos, por lo general, han ido acompañados de una exhibición de buen juego.
No quiero repicar las campanas antes de tiempo, pero lo cierto es que en el día de hoy las cosas están mejor que nunca. Los días de fútbol en el Molinón se respira en las calles de Gijón un ambiente de verdadera alegría y esperanza de victoria. Quiera Dios que todo siga como hasta ahora y en junio podamos festejar, un año más, la permanencia. Que así sea.