miércoles, 25 de febrero de 2009

Esperando a la primavera

En estos últimos días de un mes de febrero agonizante, terminados ya los fríos, las lluvias y las nieves que aguzaron su rigor con más fuerza que otros años, se respira ya un ambiente de primavera anticipada. El invierno parece haberse escondido tras las hojas del calendario y solo quedan, como recuerdo de lo que fue, algunas nieves en las montañas lejanas.
La vida, en el invierno adormecida, rebulle con renovada energía. “La primavera la sangre altera”, dice sabiamente un refrán. Y es cierto. Algunos árboles frutales han comenzado a florecer, aparecieron ya las golondrinas ,y las aves que habitan en el parque, enceladas, envían en todas direcciones los ecos de su majestuoso ritual de apareamiento.
Solo el viento del Nordeste intenta resistirse al ritmo imparable de las estaciones; pero en Gijón todos sabemos que cuando deje de soplar volverán de nuevo las lluvias. Aunque eso no significa que la primavera no llegue. “Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera”, escribió Pablo Neruda.
La vida sigue y, a falta de tres semanas, todos sabemos que la primavera ya está ahí, a la vuelta de la esquina; vendrá, se marchará y volverá de nuevo un año más tarde. Lamentablemente, llegará un tiempo en que ya no estemos vivos para recibirla; pero queda el consuelo de que entonces alguien, que quizá escriba en otro blog diferente, estará dispuesto a hacer dúo con Antonio Machado y cantar con él: “La primavera ha venido, nadie sabe cómo ha sido”.

martes, 24 de febrero de 2009

Muy pronto desaparecerán

Y muchos los echaremos en falta. Me refiero a los libros de papel, esos almacenes de saberes y conocimientos, algunos de los cuales constituyen verdaderas obras de arte en lo que respecta a contenidos, maquetación o encuadernación. Ellos fueron mis mejores amigos en la niñez -como aquella Enciclopedia Álvarez de tapas duras o los libros de texto recién salidos de la imprenta que estrenaba cada comienzo de curso- y más tarde compañeros de aventuras -Verne, Salgari…- en la adolescencia. ¡Cuántos recuerdos! ¡Qué placer al verlos, al tocarlos, al sentirlos…y también al olerlos. “Los libros se huelen, y aparte de esto pueden o no leerse luego”, escribió en su Diario Íntimo el periodista madrileño César González Ruano en los años setenta del pasado siglo.
Sin embargo, esos libros tan queridos parece que tienen los años contados, pues es probable que no puedan resistir el avance imparable de los libros electrónicos y de los dispositivos, como el Kindle, utilizados para leerlos en formato digital.
¿Qué pensamos acerca de ello los enamorados de los libros de papel? Personalmente, creo que no debemos preocuparnos en exceso: La sustitución de los libros de papel por los electrónicos no es sino uno de los muchos cambios acaecidos en la historia de la Humanidad. Pensemos, por ejemplo, en el impacto que debió producir en los copistas medievales la aparición en el siglo XV de la imprenta de tipos móviles; seguramente creyeron que la cultura -su cultura- se vendría abajo; sin embargo, eso no significó retroceso alguno en la civilización: antes, al contrario, el número de libros impresos creció vertiginosamente.
Dentro de unos años tal vez disponga de un reproductor de libros digitales y probablemente entonces los libros de papel se hayan convertido en piezas de museo. Sin embargo, aunque me gustan mucho los avances tecnológicos, no sé por qué sigo pensando que los libros de papel continuarán ocupando un lugar de privilegio en los estantes de mi librería.

lunes, 23 de febrero de 2009

Revolviendo la basura

He leído recientemente en la prensa el dinero que han pagado algunos programas (concretamente “Donde estás, corazón” y “La Noria”) de algunas cadenas televisivas a algunos de sus entrevistados. Me refiero de manera especial a personajes de tan dudosa calidad humana como Julián Muñoz, Farruquito, Luis Roldán o Violeta Santander… Leo las cantidades y la mente se me nubla. ¿Cómo es posible que a “personas” de esa calaña no solo se les permita hablar en televisión sino que, además, se les pague por ello? ¿Nadie con capacidad para intervenir tiene un mínimo de sensatez para evitar que estas cosas sucedan? Delinquir no solo está bien visto; también está bien pagado.
Parece ser que las cadenas de televisión se comportan de esta forma para aumentar su nivel de audiencia. Y los oyentes -mejor sería llamarles “videntes idiotizados”- acaban admirando a los entrevistados, a su forma de desenvolverse ante las cámaras, a su capacidad de mentir…y, ¡cómo no!, acaso les surge el deseo de imitarles en posibles situaciones similares.
No sé lo que pensarán los periodistas de verdad acerca de estos intrusos que denigran a su profesión. A mí, personalmente, me parece nauseabundo revolver en las interioridades de los demás, y exhibir ante las cámaras una mirada estupefacta después de haber pagado suculentas cantidades de dinero por escuchar a los “famosos” a los que entrevistan. No sé cómo no se les cae la cara de vergüenza.
España siempre fue un país de fútbol, toros y pandereta. Habrá que añadir que también es un país de horteras. A propósito: ¿alguien se acuerda de Chiquilicuatre?

jueves, 12 de febrero de 2009

Una cola demasiado larga

La prensa, tanto la digital como la escrita, ha dado recientemente la noticia de que, según datos del Instituto Nacional de Empleo (INEM), en enero de este año el número de parados en España llegó a superar los 3,3 millones de personas. Es esta una cantidad que se dice pronto, sin siquiera pestañear, pero probablemente tenemos que pensar si no habremos perdido la capacidad de asimilar el significado de los números de muchas cifras, acostumbrados a casos como el de los millones de euros que entran en juego en el fichaje de un futbolista de élite o el de los millones de años transcurridos desde la extinción de los dinosaurios…
Y no es así…Los números de seis o siete cifras suelen significar mucho más de lo que a veces pensamos. Fijémonos, por ejemplo, en que una persona de cien años ha vivido menos de un millón de horas. ¿Y qué decir de los tres millones trescientos mil parados españoles? ¿Habrá alguien que pueda pensar que son pocos? Hace varias semanas leí un artículo en un diario provincial -concretamente, La Nueva España- en el que el columnista señalaba una forma un tanto novedosa de interpretar este número de parados; y fue una interpretación que, francamente, me dejó pensativo durante largo tiempo. Si todos estos parados se situasen en una cola (la cola del paro), de manera que la distancia entre dos ellos consecutivos fuese de noventa centímetros, la cola alcanzaría una longitud de prácticamente 3000 kilómetros. ¡Casi nada! Tres mil kilómetros es, más o menos, la distancia entre Madrid y Varsovia. Tres mil kilómetros jalonados, metro a metro, con parados españoles.
Me parece excesivo. Una sociedad con este nivel de desempleo está condenada al fracaso. Desde luego, el futuro que nos espera no parece nada halagüeño. O acaso ni siquiera exista futuro…¡El tiempo lo dirá!

jueves, 5 de febrero de 2009

Calderón

Recuerdo con cierta nostalgia mis años de docencia en el I.E.S. Calderón de la Barca de Gijón. Fueron diecinueve años de trato exquisito y cordial con que fui obsequiado por parte de alumnos, compañeros y personal auxiliar y administrativo, años en los que, aprendiendo de todos, me fui forjando como profesor y como persona.
Todo esto fue hace ya mucho tiempo, cuando yo era más joven y los días se sucedían más lentamente que ahora y cuando la enseñanza se regía por unas normas bastante diferentes a las actuales. Desde entonces han tenido lugar muchos cambios, propiciados tanto por el deseo social del logro por parte del alumnado de objetivos ramplones con un esfuerzo mínimo, como por la búsqueda por parte del Gobierno de la equiparación con Europa de la manera más sencilla: bajando el listón de conocimientos.
Fueron pasando los días y los años… Ahora, observo desde la distancia el devenir de los centros docentes y, en particular, del mío de siempre; y me maravilla el esfuerzo gigantesco que se realiza desde todos los ámbitos para, contra viento y marea, seguir adelante. No me cabe la menor duda de que, con todos sus defectos, “mi centro” sigue siendo, como antes, el mejor de la ciudad, aunque esta calidad no goce de la adecuada proyección mediática. En este aspecto, sucede lo mismo que en el fútbol: las noticias referentes a dos o tres equipos siempre ocupan la práctica totalidad del contenido de los diarios deportivos de alcance nacional, si bien a veces surge un Sporting ganador, al que dedican la letra más pequeña…
Desde la experiencia de los años y la evidencia que muestra la realidad que observo, me sale del alma felicitar a todo el IES Calderón. Se lo merece.