martes, 23 de junio de 2009

Autopistas light

Me siento francamente satisfecho, pues nos encontramos en una de esas situaciones que parecen surgidas a propósito para llenar de tranquilidad los espíritus más timoratos. Hasta ahora me preocupaban enormemente los viajes por carretera, debido a los posibles excesos de velocidad, causantes de accidentes acompañados de las lógicas secuelas de muertos y heridos. Pero con las nuevas disposiciones de la Dirección General de Tráfico la preocupación va a desaparecer, pues ya no podremos ir por las autopistas a la velocidad de 121 km por hora. Parece ser que mientras a 120 km por hora el riesgo de accidentes es prácticamente nulo, 1 km por hora más de velocidad incrementa la peligrosidad hasta límites insospechados. Pero que nadie piense que esta medida se debe a propósitos recaudatorios; nada de eso: la Dirección General de Tráfico lo que hace es velar por todos nosotros, evitando que nos descarriemos y acabemos en el cementerio.
Quiero, además, reconocer -y felicitar por ello- el gran desarrollo tecnológico de los dispositivos medidores de velocidad de la Dirección General de Tráfico, pues aparatos de medida tan precisos, con un error inferior al 1 %, son motivo de envidia de la propia NASA, que tal vez estudie incorporarlos a sus sondas espaciales, en futuros viajes “hacia las estrellas”.
Nada. Que estoy emocionado. Después de la fregona, el chupa-chups y el futbolín, la tecnología española de vanguardia estaba un poco adormecida. Pero ahora, con la utilización de dispositivos radar de alta precisión, ha comenzado a experimentar un vibrante resurgir, que ya quisieran para sí otros países que hoy, sin duda, nos toman como ejemplo.
Está visto que los españoles sí valemos para algo. ¡Cómo nos deben envidiar en Europa! Máxime, después de haber fichado a Cristiano Ronaldo dos Santos Aveiro.

lunes, 1 de junio de 2009

Estoy esperando

Hace tiempo que me encuentro bastante preocupado. Mi mente no descansa ni un momento. Pregunto por todas partes y nadie es capaz de ofrecerme una respuesta satisfactoria. Mi proveedor habitual de artículos luminotécnicos mueve la cabeza con gesto desconcertado cuando de forma casual le manifiesto mi preocupación. Nadie sabe nada.
Desde hace varios meses, cuando la prensa -tanto escrita como digital- se hizo cargo de la noticia, y los telediarios se encargaron de propagarla a diestro y siniestro, abrigaba “fundadas” esperanzas de que lo prometido se hiciese realidad. Confieso que tal vez sea excesivamente crédulo, pero a mí personalmente me duele no poder confiar en las personas, sobre todo en aquellas que ejercitan su verbo en público y realizan promesas que luego no son capaces de cumplir.
Ando leyendo estos días folletos de Hidrocantábrico dirigidos a sus abonados en los que exhortan al ahorro energético. Y con esa finalidad mencionan una serie de normas muy conocidas, pero la mayor parte de ellas olvidadas o, al menos, no cumplidas por la ciudadanía. Una de ellas advierte de que “aún no hay suficientes bombillas de bajo consumo en los hogares. Tenemos que mejorar mucho en el uso eficiente de la iluminación”.
Leo esto y me deprimo, porque hace muchos meses que estoy esperando pacientemente, y no sé si podré aguantar más. ¿Cuándo nos dará el ministro Sebastián las bombillas de bajo consumo que hace tiempo nos ha prometido?