martes, 8 de diciembre de 2009

¡Feliz Navidad!

En las calles de Gijón -al igual que otros años- han vuelto a instalar bombillas de colores conectadas en arcos de acera a acera. Antiguamente se las llamaba “iluminación navideña”, pero ahora, en cambio, la ausencia total de diseños de tipo religioso hace dudar acerca de cuál sería la denominación más adecuada para designar tales adornos.
El Ayuntamiento de Gijón -y sospecho que no es el único- está intentando -y tal vez lo consiga- eliminar de raíz todo tipo de connotaciones religiosas durante la Navidad, hasta el punto de que ya no se oyen villancicos en calles y centros comerciales. Pero deberían cambiarle el nombre, pues Navidad, desgraciadamente para algunos ediles iletrados, es una palabra que rememora el nacimiento de Jesús de Nazaret. Lo que no cambiarán, desde luego, por muy antirreligiosos que sean, son las vacaciones y cuchipandas que significan para muchos estos días navideños.
Hay muchas cosas que no consigo explicarme. Y es que resulta sorprendente la escasa capacidad de razonamiento que exhiben algunos políticos locales, que ignoran que el cristianismo constituye uno de los pilares fundamentales tanto de nuestra cultura occidental (arquitectura, pintura, escultura, música, literatura….) como de nuestro folclore (belenes, villancicos…); y renegar de esta cultura, por muy “progre” que uno sea, no puede menos de causar sonrojo, pues equivaldría a prescindir de catedrales, monasterios, iglesias, multitud de esculturas y cuadros de tipo religioso, toda la música sacra y una cantidad muy considerable de obras literarias, sin olvidar las fiestas, romerías y procesiones que tanto abundan en nuestros pueblos y ciudades.
¿Por qué queremos hacer desaparecer lo poco que queda de nuestras costumbres y tradiciones? Resulta lamentable. Parece que para algunos la cultura se reduce al Real Madrid y al Gran Hermano.

martes, 1 de diciembre de 2009

¡A seguir así!

En estas últimas jornadas de la liga española de fútbol en la categoría de Primera División el comportamiento sobre el césped y los resultados del Real Sporting de Gijón están llenando de satisfacción a todos los aficionados.
No es para menos. Que después de doce jornadas el Sporting solo haya perdido dos encuentros es algo que resultaba impensable hace pocos meses; la mayor parte de los aficionados hemos recuperado la ilusión perdida a lo largo de diez años de exilio en la Segunda División. Quedaron atrás las luchas, tantas veces estériles, en busca del ascenso, compensadas por los alirones triunfales de junio de 2008, acompañados de baños multitudinarios en la fuente de Begoña; pero queda muy reciente la pasada temporada con el miedo atenazando la garganta hasta el último minuto del último partido.
Ahora, afortunadamente, la situación parece muy distinta. De ser goleado en cada partido, el Sporting ha pasado a disponer de una de las defensas más seguras de la Primera División. Las cifras lo avalan: el portero Juan Pablo ocupa el tercer lugar en cuanto a menor número de goles encajados, solo superado por Iker Casillas y Víctor Valdés. Y, aunque a veces ha habido un poco de suerte, los triunfos, por lo general, han ido acompañados de una exhibición de buen juego.
No quiero repicar las campanas antes de tiempo, pero lo cierto es que en el día de hoy las cosas están mejor que nunca. Los días de fútbol en el Molinón se respira en las calles de Gijón un ambiente de verdadera alegría y esperanza de victoria. Quiera Dios que todo siga como hasta ahora y en junio podamos festejar, un año más, la permanencia. Que así sea.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Más papistas que el Papa

Hace ya más de un mes, y casi simultáneamente, en el conjunto de noticias recogidas por la prensa diaria se colaron, tal vez de forma equivocada, dos globos-sonda (llamémosles así) que afectaban de manera más o menos directa al Ministerio español de Sanidad.
Ambas noticias brillaron durante varios días como estrellas fugaces en el firmamento y luego se fueron apagando por sí solas hasta convertirse en simples anécdotas dignas del olvido, del que ahora quiero -tal vez infructuosamente- rescatarlas.
Una de estas noticias se refiere al señor Rodríguez Ibarra, antiguo presidente de la Comunidad Autonómica de Extremadura, que pedía se solucionase el problema que ocasionaban las muchas personas extranjeras que acudían a nuestro país a beneficiarse gratuitamente de la asistencia sanitaria de la Seguridad Social, para aprovisionarse de medicamentos, e incluso someterse a operaciones quirúrgicas a costa del presupuesto nacional. La ministra de Sanidad, señora Jiménez, no quiso coger el toro por los cuernos, aunque se lo daban ya picado, y prefirió que las cosas continuasen como hasta ahora: total preferencia para los “turistas” extranjeros, mientras que nuestros enfermos (los de aquí) aguardan horas y horas hacinados en las salas de urgencia de los hospitales y esperan meses y meses -e incluso años- a que les practiquen operaciones quirúrgicas que en bastantes casos les llegan tarde.
La misma señora Jiménez fue protagonista de la otra noticia a la que antes me refería, pues en su día comentó que se ampliaría la llamada “ley del tabaco” y quedaría prohibido fumar en todos los lugares públicos, incluyendo bares, cafeterías y restaurantes. Parece elemental, al menos si queremos compararnos con otros países europeos. ¡Qué menos que poder llegar a nuestras casas, tras tomar una copa en una cafetería, sin que la ropa esparza por todos lados el irresistible olor acumulado en un local lleno de humo! Pero, nada. Demasiada tajada para una débil dentadura. Las cosas siguen igual, y de la posible ampliación de la ley nada más se supo.
Yo creo que las dos noticias se comentan solas. No se puede ser español ni exigir respeto al medio ambiente. En las circunstancias actuales, un moro fumando en pipa se colaría de rondón en los quirófanos de nuestros hospitales.

sábado, 10 de octubre de 2009

Niñatos llorones

En la cadena televisiva Antena 3 han comenzado a emitir un “reality show” titulado “El curso del 63”, en el que se somete a un grupo de jóvenes de ambos sexos a los métodos educativos que regían en aquellos tiempos de la posguerra. Claro está que en dicho programa no se mencionan en absoluto cuestiones políticas ni religiosas, ni tampoco los alumnos se ven sometidos a ningún tipo de castigos físicos.
Hubo gente que se rasgó las vestiduras ante este “ataque a la dignidad de las personas”. A mí me parece que ni tanto ni tan calvo. Precisemos un poco. Yo estuve interno cinco años en un colegio, entre 1956 y 1961, y puedo garantizar que el grado de disciplina del alumnado era muy superior al que vemos en el programa de televisión, y, ¡ojo!, nunca vi a nadie llorar ni coger berrinches infantiles como los que contemplamos en la pantalla del televisor. No éramos tan blandengues como los jóvenes de ahora, siempre lloriqueando y demostrando de forma continuada una lamentable falta de educación. Al verlos, uno siente vergüenza ajena.
Pero, ¿qué se puede esperar si sus propios padres los justifican y disculpan su comportamiento, arguyendo que sus salidas de tono se deben a su fuerte personalidad (sic)? Da pena, de verdad.
Hace pocos días leí en La Nueva España un artículo de opinión, en el que su autor -no recuerdo el nombre- afirmaba que no existía una diferencia notable entre la juventud actual y la de hace treinta o cuarenta años. La diferencia, según él, estribaba en que los padres de hoy carecen de garra para imponerse a sus hijos: les tienen miedo. Y visto lo que hemos contemplado, creo, sin lugar a dudas, que el articulista tiene toda la razón del mundo.
Lo malo es que estos chicos y chicas gimoteadores tal vez serán los que mañana gobiernen el país. Menos mal que entonces ya no quedará dinero alguno para malgastar, que, si no, lo emplearían todo en peluquerías y piercings.
“Cosas veredes, Sancho”, dijo don Quijote, profetizando el futuro que nos aguarda.

sábado, 8 de agosto de 2009

Esperando la noticia

Agosto es un mes que desde siempre se ha destinado a veranear: precisamente en este mes millones de españoles abandonan sus lugares habituales de residencia y trabajo para dirigirse a otros sitios diferentes de esparcimiento y diversión. En este aspecto, los políticos (ministros del Gobierno, diputados, senadores y demás ralea) no constituyen una excepción: también ellos toman sus vacaciones en agosto y contribuyen en cierta medida a poner de moda -encarecer- sus lugares de veraneo.
Sin embargo, algo tiene de bueno que los miembros del Gobierno descansen en agosto; y es que precisamente en este mes escasean las noticias inquietantes, pues los únicos que podrían originarlas, que son ellos mismos, se encuentran veraneando, y la ciudadanía, en consecuencia, puede respirar tranquila.
Deseo de todo corazón que nuestros gobernantes descansen lo suficiente y que vuelvan dentro de unos días a sus lugares de trabajo con la mente despejada. Así podrán dedicar sus esfuerzos a la promulgación de leyes sumamente necesarias a nivel de salud ambiental. Me refiero a la prohibición de fumar en lugares públicos, tales como cafeterías, bares y restaurantes, la mayor parte de los cuales parecen hoy día cámaras de de exterminio nazis. Si se entra en estos locales el humo termina impregnando la ropa de tal modo que da la sensación de haber estado en un fumadero oriental de opio.
A mí personalmente me parecen de un cinismo escalofriante esos letreros que aparecen en algunos locales, advirtiendo de que “fumar perjudica su salud y la de quienes le rodean”, pero que a la vez aclaran a los clientes: “En este establecimiento está permitido fumar”. ¿Cómo no se le cae la cara de vergüenza a la Dirección General de Sanidad, que permite este engaño a los ciudadanos, en vez de velar por su salud perjudicada?
No me lo explico. ¿Agarrará el Gobierno el toro por los cuernos o seguirá admitiendo el “contamina, pero paga”? ¿Hasta cuándo continuarán jugando con la salud de los ciudadanos? Desde luego, de lo que no me cabe la menor duda es de que, si por un azar, una encuesta del CIS revelase que el 90 % de los fumadores estaban afiliados al partido de la oposición, al día siguiente el Boletín Oficial del Estado notificaría la prohibición de fumar en todos los locales públicos. Esa sí sería una noticia impactante. Vaya mi aplauso por adelantado.

jueves, 30 de julio de 2009

Colillas en Toró

En Llanes, muy cerca de mi casa, a no más de 800 metros, se encuentra la playa de Toró, una verdadera maravilla de la Naturaleza, conocida por todos los asturianos desde que hace 11 años José Luis Garci rodó en ella algunas escenas de la película “El abuelo”. Esta playa, de poco más de 200 metros de longitud, con sus pináculos rocosos, restos de formaciones cársticas, causa la admiración de todos los que la visitan por vez primera. La alternancia de cuarcita y caliza, diferentemente erosionadas, ha dado lugar, en el transcurso de millones de años, a curiosas formas “arquitectónicas”, que existen también en otras playas del concejo de Llanes.
Sin embargo, las flores también tienen espinas. Hace pocos días, removiendo la arena de Toró para insertar el palo de la sombrilla, me encontré con bastantes colillas. Una verdadera pena. Parece casi como una profanación de la Naturaleza. Resulta increíble que en pleno siglo XXI existan todavía personas inconscientes que ignoran que el acetato de celulosa que constituye el filtro de los cigarrillos tarda entre 2 y 5 años en degradarse, y representa, además, un grave peligro para aves, tortugas e incluso ballenas.
Miguel Delibes, en su texto Un mundo que agoniza, escrito con motivo de su ingreso en la Real Academia de la Lengua Española, escribe: “El hombre de hoy usa y abusa de la naturaleza como si hubiera de ser su último inquilino, como si detrás de él no se anunciara un futuro”. Al escribir esto, ¿estaría pensando Delibes en la playa de Toró? ¿No se nos caerá la cara de vergüenza al destrozar el medio ambiente con algo tan ridículo como lanzar al suelo la colilla de un cigarrillo? Por otra parte, ¿tan difícil resulta colocar en la playa una señal que indique la prohibición de tirar colillas en la arena?

domingo, 5 de julio de 2009

La "eutanasia" de Garoña

Al fin, nuestro presidente, el señor Zapatero, ha desvelado su decisión acerca del destino de la central nuclear de Santa María de Garoña, una decisión que, pese a los rimbombantes calificativos de “políticamente coherente, laboralmente responsable, técnicamente justificable y energéticamente asimilable”, no consiguió satisfacer ni a los que esperaban el cierre inmediato de la central, ni a los que pretendían que su funcionamiento se prorrogase otros diez años.
A mi modo de ver, lo malo de esta decisión de posponer el cierre solo hasta 2013 estriba en que las motivaciones del presidente Zapatero han sido únicamente políticas, sin buscar el asesoramiento de los únicos que conocen el tema en profundidad, que son los físicos nucleares y los ingenieros que trabajan en estas centrales, sin olvidar al Consejo de Seguridad Nacional, que en su día aconsejó que Garoña siguiese funcionando. Pudo más la ignorancia mal aconsejada -reminiscencia de las instalaciones chapuceras de Chernobyl- que la razón. No se tuvo en cuenta que la energía nuclear es barata, no produce efecto invernadero, ni envía a la atmósfera gases contaminantes, ni tampoco que su sustitución por energías renovables -fuertemente subvencionadas- resulta más que problemática, al menos en las próximas décadas.
Todo progreso tecnológico implica un riesgo, imposible de evitar al 100 %, a menos que pretendamos retrotraernos a la Prehistoria. ¿Qué acarreará el cierre de Garoña dentro de cuatro años? Desde luego, aumentará nuestra dependencia energética del exterior y encarecerá el “recibo de la luz”, a la vez que frenará la previsible utilización en el futuro de coches eléctricos… Eso sí, los habitantes de la zona tomarán el sol a orillas del Ebro, felices y satisfechos, sin radiactividad y sin trabajo.
A mí personalmente lo que me preocupa es que si a la central de Garoña, con solo 38 años de edad, funcionando a pleno rendimiento y produciendo energía barata, le quieren practicar la “eutanasia”, ¿qué harán con los que estamos ya jubilados, achacosos y cojitrancos, que vivimos a expensas del Estado y que no producimos más que preocupaciones a los demás? ¡Vaya porvenir el que nos espera!

martes, 23 de junio de 2009

Autopistas light

Me siento francamente satisfecho, pues nos encontramos en una de esas situaciones que parecen surgidas a propósito para llenar de tranquilidad los espíritus más timoratos. Hasta ahora me preocupaban enormemente los viajes por carretera, debido a los posibles excesos de velocidad, causantes de accidentes acompañados de las lógicas secuelas de muertos y heridos. Pero con las nuevas disposiciones de la Dirección General de Tráfico la preocupación va a desaparecer, pues ya no podremos ir por las autopistas a la velocidad de 121 km por hora. Parece ser que mientras a 120 km por hora el riesgo de accidentes es prácticamente nulo, 1 km por hora más de velocidad incrementa la peligrosidad hasta límites insospechados. Pero que nadie piense que esta medida se debe a propósitos recaudatorios; nada de eso: la Dirección General de Tráfico lo que hace es velar por todos nosotros, evitando que nos descarriemos y acabemos en el cementerio.
Quiero, además, reconocer -y felicitar por ello- el gran desarrollo tecnológico de los dispositivos medidores de velocidad de la Dirección General de Tráfico, pues aparatos de medida tan precisos, con un error inferior al 1 %, son motivo de envidia de la propia NASA, que tal vez estudie incorporarlos a sus sondas espaciales, en futuros viajes “hacia las estrellas”.
Nada. Que estoy emocionado. Después de la fregona, el chupa-chups y el futbolín, la tecnología española de vanguardia estaba un poco adormecida. Pero ahora, con la utilización de dispositivos radar de alta precisión, ha comenzado a experimentar un vibrante resurgir, que ya quisieran para sí otros países que hoy, sin duda, nos toman como ejemplo.
Está visto que los españoles sí valemos para algo. ¡Cómo nos deben envidiar en Europa! Máxime, después de haber fichado a Cristiano Ronaldo dos Santos Aveiro.

lunes, 1 de junio de 2009

Estoy esperando

Hace tiempo que me encuentro bastante preocupado. Mi mente no descansa ni un momento. Pregunto por todas partes y nadie es capaz de ofrecerme una respuesta satisfactoria. Mi proveedor habitual de artículos luminotécnicos mueve la cabeza con gesto desconcertado cuando de forma casual le manifiesto mi preocupación. Nadie sabe nada.
Desde hace varios meses, cuando la prensa -tanto escrita como digital- se hizo cargo de la noticia, y los telediarios se encargaron de propagarla a diestro y siniestro, abrigaba “fundadas” esperanzas de que lo prometido se hiciese realidad. Confieso que tal vez sea excesivamente crédulo, pero a mí personalmente me duele no poder confiar en las personas, sobre todo en aquellas que ejercitan su verbo en público y realizan promesas que luego no son capaces de cumplir.
Ando leyendo estos días folletos de Hidrocantábrico dirigidos a sus abonados en los que exhortan al ahorro energético. Y con esa finalidad mencionan una serie de normas muy conocidas, pero la mayor parte de ellas olvidadas o, al menos, no cumplidas por la ciudadanía. Una de ellas advierte de que “aún no hay suficientes bombillas de bajo consumo en los hogares. Tenemos que mejorar mucho en el uso eficiente de la iluminación”.
Leo esto y me deprimo, porque hace muchos meses que estoy esperando pacientemente, y no sé si podré aguantar más. ¿Cuándo nos dará el ministro Sebastián las bombillas de bajo consumo que hace tiempo nos ha prometido?

martes, 26 de mayo de 2009

Un ordenador, un voto

Los que hemos alcanzado, por edad, la categoría de padres o abuelos tenemos motivos sobrados para sentirnos satisfechos. Hace pocos días, el presidente Zapatero ha anunciado la concesión de un ordenador portátil a cada uno de los alumnos de quinto de Primaria. A falta de un análisis cuidadoso, la noticia, que afecta a 420.000 alumnos de toda España, parece ser francamente satisfactoria. Sin embargo, habrá que esperar unos días, hasta que se celebren las elecciones al Parlamento Europeo, para saber con seguridad si todo se reduce a una simple promesa electoral, destinada, como la mayoría de ellas, a ser olvidada al día siguiente, o si, por el contrario, la decisión de ZP tiene como objetivo culturizar a la chavalería de nuestro país, que anda con las neuronas un poco bajas, debatiéndose en los últimos puestos del ranking europeo.
Si se trata de esto último, como supongo, cabe felicitarnos por la feliz idea, aunque algunas Comunidades, como Asturias, empiezan a poner pegas, pues dicen que solo concederán ordenadores a los alumnos cuyos Centros elaboren un “plan de usos” satisfactorio.
Pero si se solucionan todos los problemas y a cada chaval de quinto se le obsequia con un portátil, mi satisfacción por ello no tendría límites. Ya está bien de comprar libros de papel y de utilizar en clase cuadernos que tantos árboles aniquilan. Necesitamos chicos que amen a la Naturaleza y que sepan utilizar adecuadamente los ordenadores. ¿Qué importa que los empleen para matar marcianitos o incluso para navegar por páginas porno? Lo importante es que no queden atascados en los avances tecnológicos.
Todavía hay algunos que piensan que sería mejor que los Centros de Primaria y Secundaria dispusiesen de pizarras digitales. No se dan cuenta, ¡pobrecitos!, de que tales pizarras servirían para impartir conocimientos y eso no “mola” a los chavales. Hay que ser realistas: es mejor la idea de los ordenadores Con ellos se puede estimular muy positivamente a los padres y madres de los alumnos para que en las próximas elecciones sepan claramente a quién votar. No estaría mal el eslogan: “un ordenador, un voto”.

jueves, 21 de mayo de 2009

Fiesta en el túnel

Los recuerdos de muchos sucesos que en otro tiempo nos impactaron suelen reducirse, con el paso de los días, a una leve neblina que embota, oscureciéndola, una parte de nuestra memoria.
Olvidamos casi todas las cosas que nos han sucedido, hasta que de repente, como el fogonazo de un flash en una habitación oscura, cobra vida el recuerdo de lo que parecía olvidado.
Hago estos comentarios que pueden parecer un tanto filosóficos (o cursis, si se prefiere) porque de pronto se me ha venido a la memoria el recuerdo del túnel del metrotren, ese túnel tan criticado en su día, que fue luego construido y más tarde olvidado. ¿Qué fue de él? ¿Por qué tanto esperar a que el metroten entre en funcionamiento? ¿Es que no hay dinero suficiente para ello? ¿O es que la paternidad de su diseño no se considera políticamente correcta?
Mientras tanto, los trabajos de adecuación del terreno de la Semana Negra, al lado mismo de la antigua Escuela de Ingenieros y de la Escuela de Náutica, transcurren a un ritmo frenético, a pesar de las quejas de los vecinos, del Rector de la Universidad y de la crisis reinante.
Esto me hace pensar: ¿Qué sucedería si la idea del metrotren se hubiese debido a Paco Ignacio Taibo? ¿Seguiría el túnel inhábil como ahora? Se me ocurre que con una iluminación apropiada bien podrían celebrarse en su interior los actos de la Semana Negra. Taibo y sus correligionarios llegarían en el tren al son de pífanos y tambores, saludando a la gente aglomerada en los chiringuitos. Y un dulce aroma de grufas y calamares se esparciría como incienso bajo la bóveda del túnel. ¡Qué gran escenario para tan excelso acontecimiento!

domingo, 26 de abril de 2009

Políticamente incorrecto

Hace ya bastantes años, cuando España permanecía sometida al régimen de Franco, no existía libertad de expresión, en el sentido de que resultaba imposible manifestar en público algunas opiniones de tipo político sin correr el riesgo de acabar con los huesos en la cárcel. Corren muchos relatos de aquella época, aunque por desgracia no todos resultan creíbles; pero lo cierto es que sí existía represión, sobre todo en determinados ambientes fabriles y universitarios.
Hoy día Franco ya ha muerto, según ratificó recientemente el juez Garzón, pero lamentablemente la libertad de expresión sigue sin existir. Aunque nadie va a la cárcel por decir lo que piensa, hay temas que, según algunos ciudadanos que se tildan de intelectuales y progresistas, solo admiten una interpretación, la de ellos, a la que califican de “políticamente correcta”. Son temas de todos conocidos, como la energía nuclear, el aborto, la inmigración…. Los “progres” (no sé realmente qué significa esta palabra, pues la mayoría de ellos son más carcas que la tumba de Tutankamon), cobijados a la sombra del Gobierno, que los ampara y subvenciona, no solo defienden a ultranza su postura, sino que arremeten contra aquellos que discrepan, calificándoles de retrógrados, chupacirios y racistas.
Y así un día y otro día. Siguen impertérritos en su postura y no se bajarán de la burra por más que esta desfallezca. Habrá que esperar a que los coches no puedan circular ni las fábricas funcionen por falta de energía, a que los niños sean todos de importación, o a que los inmigrantes hayan hecho quebrar a la Seguridad Social, después de descerrajar unos cuantos bancos.
Entonces, quizá ya demasiado tarde, surgirán las lamentaciones, cuando el daño se haya hecho irreparable. Pero los causantes habrán buscado ya otro árbol -preferiblemente grande- al que arrimarse, pues a la sombra no se sufren insolaciones.

lunes, 20 de abril de 2009

En fútbol las estadísticas no cuentan

Durante las retransmisiones televisivas de los partidos de fútbol por la Sexta aparecen cada poco tiempo en la parte superior de la pantalla etiquetas “estadísticas” que suministran a los espectadores datos que la mayor parte de las veces carecen de utilidad. Por ejemplo, de entre todos los partidos disputados entre los dos equipos, cuántas veces ganó, perdió o empató cada uno de ellos; cuántos goles marcó un determinado jugador de falta directa; o cuál fue el gol más tempranero de los conseguidos en la jornada…
A veces se someten a tratamiento estadístico fenómenos que la propia realidad se encarga de mantener apartados de tal tratamiento; queremos encorsetarlos en los moldes de la probabilidad y ellos no se dejan. Este es el caso que observé en la pantalla del televisor el sábado pasado en el transcurso de la retransmisión del encuentro de fútbol entre el Recreativo de Huelva y el Real Madrid; apareció una nota que hacía referencia a que en todas las temporadas en que el Recreativo había estado en Primera División siempre el Real Madrid había quedado campeón de Liga. No lo entendí en ese momento y sigo sin entender ahora lo que ese dato pueda significar. ¿Qué relación de causa-efecto puede haber entre la permanencia en Primera del Recreativo de Huelva y que el Real Madrid se alce o no con el Campeonato?
Decía el novelista francés del siglo XIX Edmont Gouncourt que “la estadística es la primera de las ciencias inexactas”. Todo depende de la manera en que manejemos los datos y los interpretemos. Si la Dirección General de Tráfico dice que el 25% (por citar una cifra) de los muertos en accidentes de tráfico no llevaban puesto el cinturón de seguridad, eso significa que la ausencia de cinturón fue la causa del 25% de los muertos, pero en buena lógica también podríamos argumentar que el 75% restante falleció por llevar el cinturón puesto. Alguien dijo que “las cifras no mienten, pero los mentirosos también usan cifras”, cifras que se pueden interpretar a gusto de cada cuál. Si yo fuera presidente del Real Madrid hubiera pedido a mis jugadores que se dejaran perder ante el Recreativo, pues de esa forma se contribuiría a asegurar su permanencia en Primera División, lo cual, según los “datos estadísticos,” garantizaría el Campeonato de Liga al Real Madrid. ¡A qué extremos de “lógica opaca” hemos llegado!

lunes, 13 de abril de 2009

¡Que le quiten el tapón al botellón!

Parece ser -lo he leído en la prensa- que en Ribadesella van a prohibir el botellón y sancionar a los infractores con multas de hasta 1500 euros por los daños y molestias producidos.
En principio aplaudo la idea, aunque creo que la noticia necesita una serie de matizaciones. En primer lugar, el botellón es un fenómeno social que se inició en España en la década de los años ochenta entre jóvenes principalmente de la clase obrera que se reunían en ocasiones en parques y plazas para beber en grupo y evitar el alto precio de las consumiciones en bares y pubs. Posteriormente el fenómeno se fue masificando y lo que en principio eran pequeños grupos consumidores de alcohol, acompañados de música y conversación, fueron degenerando hasta el punto de que en la actualidad se calcula que más de 180 000 jóvenes practican el botellón en distintos puntos de nuestra geografía peninsular. Esta masificación dio -y sigue dando- lugar a numerosas quejas por parte de los vecinos, a causa de los ruidos producidos hasta altas horas de la madrugada y de la suciedad generada, unido todo ello a frecuentes actos de vandalismo, con peleas, destrucción de mobiliario urbano, pintadas, micciones en la vía pública y en los portales, etc.
Estos problemas de índole social derivados del botellón dieron lugar a que en febrero de 2002 el Ministerio del Interior propusiese la llamada ley antibotellón, que prohibía el consumo de alcohol en la calle y regulaba los horarios de venta y propaganda del alcohol. Sin embargo, las presiones sociales hicieron que esta ley no llegase a ser aprobada. Algunas Comunidades Autónomas intentaron, por su parte, regular los horarios de venta de bebidas alcohólicas en los comercios y su consumo en la calle, mientras que otras optaron por delegar el control y la penalización del botellón en los Ayuntamientos, algunos de los cuales, para limitar las molestias a los vecinos, adecuaron espacios específicos, llamados botellódromos, alejados de las ciudades y villas y dotados de los elementos higiénicos y de seguridad adecuados.
Pero lo cierto es todas estas medidas no resultaron satisfactorias; los botellódromos apenas se utilizaron, debido a su mal acceso peatonal, y las medidas policiales originaron graves enfrentamientos entre los jóvenes y los agentes de los cuerpos de seguridad. Por ello, aunque estoy a favor de la idea del Ayuntamiento de Ribadesella, no puedo evitar sentirme pesimista ante la viabilidad de su aplicación. No creo que, en los tiempos actuales, en que tantas cosas se consideran políticamente incorrectas, sea posible erradicar el problema si, a la par que se sanciona, no se arbitran unas ofertas de ocio nocturno alternativo (apertura de polideportivos, piscinas y casas de cultura, organización de fiestas sin alcohol….) a donde puedan asistir los jóvenes sin necesidad de acudir a bares y pubs.
Ojalá en Ribadesella hagan esto y cunda el ejemplo, y evitemos así el triste espectáculo que ofrece las mañanas de los sábados y domingos el Parque de Isabel la Católica en Gijón, con todos los bancos repletos de suciedad. Creo que una persona puede ser joven sin necesidad de hacer marranadas.

jueves, 26 de marzo de 2009

Cuando no haya petróleo

En estos últimos tiempos raro es el día que en los medios de comunicación no sale a relucir el tema de la energía: que si el precio del petróleo sube o baja, que si en enero dejaron de aplicarse las antiguas tarifas eléctricas, que si es necesario implantar medidas de ahorro energético… Es un tema que siempre está presente en los telediarios de todos los países, y suscita tanto por parte de especialistas como de profanos opiniones de todo tipo, cuyo análisis me induce a plantear una serie de consideraciones.
En primer lugar, la energía es el “motor” que mueve el mundo, y su demanda ha ido aumentando en el transcurso de los siglos, hasta el punto de que la actual multiplica por 100 las necesidades energéticas de la Prehistoria. En segundo lugar, es necesario tener presente que hoy día las principales fuentes de energía son los combustibles fósiles: el carbón y, sobre todo, el petróleo. Un tercer hecho, de todos conocido, es que estos combustibles se van agotando de forma progresiva, aunque no existe uniformidad a la hora de fijar la fecha de su extinción.
¿Qué podemos hacer cuando llegue ese momento? ¿Qué tipo de energía hará funcionar a los vehículos automóviles? ¿De dónde obtendremos la energía eléctrica necesaria para usos domésticos e industriales?
No voy a dar respuesta a estas preguntas. Solo intento que mis lectores reflexionen por sí solos sobre el futuro que nos aguarda. Hay que tener en cuenta que la energía hidráulica de nuestros ríos está prácticamente aprovechada al máximo, y en cuanto a las energías llamadas alternativas no cabe esperar, al menos en un futuro inmediato, que sean capaces de reemplazar totalmente a las tradicionales.
Dentro de pocos años los coches ya no utilizarán combustibles derivados del petróleo. Con toda seguridad, serán coches eléctricos o híbridos que harán uso del hidrógeno para sus pilas de combustible o de litio para sus baterías; y tanto en un caso como en otro precisarán energía eléctrica. En Francia y otros países de la Unión Europea disponen de centrales nucleares que cumplen esta finalidad. En España, como somos más listos, importamos energía eléctrica de Francia. ¡Así no nos “contaminamos”! Pero, ¡ojo!, tampoco podremos quejarnos del importe del “recibo de la luz”, cuya cuantía va siendo cada vez mayor año tras año.

domingo, 8 de marzo de 2009

Culturicemos a la Universidad

Dicen que, a partir de ahora y en años sucesivos, ese macroevento cultural gijonés llamado la Semana Negra (que, al parecer, recibe este nombre porque dura diez días, durante los cuales los vecinos cercanos al lugar las pasan negras por el ruido) se celebrará al lado mismo de las aulas universitarias. No deja de ser una deferencia por parte del Ayuntamiento impedir que unos actos de tal envergadura queden desvinculados de la Universidad. ¿Dónde podrían realizarse mejor? ¿En que piensa el señor Rector, que dice no estar de acuerdo con esta decisión? Aduce las molestias que el desarrollo de la Semana Negra originará a los profesores e investigadores de la Universidad, como si no fuesen mayores las molestias que acarrearía a la ciudad de Gijón que esos festejos no pudiesen celebrarse por falta de un lugar de ubicación adecuado.
Tenemos que ser un poco más serios y consecuentes. En estos tiempos actuales y en un país como España con una riqueza enorme en distintas formas de cultura (cultura del botellón, de la siesta, del “pastilleo” de fin de semana…), ¿por qué no podemos ampliar un poco más el abanico para conseguir que otras culturas se extiendan por el campus universitario gijonés: la cultura del ruido, la del bocata de calamares, la del olor a fritanga…? Que no nos pase como a los sufridos habitantes del municipio zamorano de Manganeses de la Polvorosa, que hace unos diez años, para no herir la sensibilidad de algunos, abandonaron la costumbre ancestral -quintaesencia de la cultura- de lanzar una cabra desde el campanario de la iglesia.
Yo no pido que se lance animal alguno desde la torre de la Laboral, pero ¡qué menos que un rico olor a grufas acompañado de un delicioso ruido de 120 decibelios filtrándose a través de las ventanas de los despachos y laboratorios de Viesques! No creo que nadie fuese a protestar por ello.

miércoles, 25 de febrero de 2009

Esperando a la primavera

En estos últimos días de un mes de febrero agonizante, terminados ya los fríos, las lluvias y las nieves que aguzaron su rigor con más fuerza que otros años, se respira ya un ambiente de primavera anticipada. El invierno parece haberse escondido tras las hojas del calendario y solo quedan, como recuerdo de lo que fue, algunas nieves en las montañas lejanas.
La vida, en el invierno adormecida, rebulle con renovada energía. “La primavera la sangre altera”, dice sabiamente un refrán. Y es cierto. Algunos árboles frutales han comenzado a florecer, aparecieron ya las golondrinas ,y las aves que habitan en el parque, enceladas, envían en todas direcciones los ecos de su majestuoso ritual de apareamiento.
Solo el viento del Nordeste intenta resistirse al ritmo imparable de las estaciones; pero en Gijón todos sabemos que cuando deje de soplar volverán de nuevo las lluvias. Aunque eso no significa que la primavera no llegue. “Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera”, escribió Pablo Neruda.
La vida sigue y, a falta de tres semanas, todos sabemos que la primavera ya está ahí, a la vuelta de la esquina; vendrá, se marchará y volverá de nuevo un año más tarde. Lamentablemente, llegará un tiempo en que ya no estemos vivos para recibirla; pero queda el consuelo de que entonces alguien, que quizá escriba en otro blog diferente, estará dispuesto a hacer dúo con Antonio Machado y cantar con él: “La primavera ha venido, nadie sabe cómo ha sido”.

martes, 24 de febrero de 2009

Muy pronto desaparecerán

Y muchos los echaremos en falta. Me refiero a los libros de papel, esos almacenes de saberes y conocimientos, algunos de los cuales constituyen verdaderas obras de arte en lo que respecta a contenidos, maquetación o encuadernación. Ellos fueron mis mejores amigos en la niñez -como aquella Enciclopedia Álvarez de tapas duras o los libros de texto recién salidos de la imprenta que estrenaba cada comienzo de curso- y más tarde compañeros de aventuras -Verne, Salgari…- en la adolescencia. ¡Cuántos recuerdos! ¡Qué placer al verlos, al tocarlos, al sentirlos…y también al olerlos. “Los libros se huelen, y aparte de esto pueden o no leerse luego”, escribió en su Diario Íntimo el periodista madrileño César González Ruano en los años setenta del pasado siglo.
Sin embargo, esos libros tan queridos parece que tienen los años contados, pues es probable que no puedan resistir el avance imparable de los libros electrónicos y de los dispositivos, como el Kindle, utilizados para leerlos en formato digital.
¿Qué pensamos acerca de ello los enamorados de los libros de papel? Personalmente, creo que no debemos preocuparnos en exceso: La sustitución de los libros de papel por los electrónicos no es sino uno de los muchos cambios acaecidos en la historia de la Humanidad. Pensemos, por ejemplo, en el impacto que debió producir en los copistas medievales la aparición en el siglo XV de la imprenta de tipos móviles; seguramente creyeron que la cultura -su cultura- se vendría abajo; sin embargo, eso no significó retroceso alguno en la civilización: antes, al contrario, el número de libros impresos creció vertiginosamente.
Dentro de unos años tal vez disponga de un reproductor de libros digitales y probablemente entonces los libros de papel se hayan convertido en piezas de museo. Sin embargo, aunque me gustan mucho los avances tecnológicos, no sé por qué sigo pensando que los libros de papel continuarán ocupando un lugar de privilegio en los estantes de mi librería.

lunes, 23 de febrero de 2009

Revolviendo la basura

He leído recientemente en la prensa el dinero que han pagado algunos programas (concretamente “Donde estás, corazón” y “La Noria”) de algunas cadenas televisivas a algunos de sus entrevistados. Me refiero de manera especial a personajes de tan dudosa calidad humana como Julián Muñoz, Farruquito, Luis Roldán o Violeta Santander… Leo las cantidades y la mente se me nubla. ¿Cómo es posible que a “personas” de esa calaña no solo se les permita hablar en televisión sino que, además, se les pague por ello? ¿Nadie con capacidad para intervenir tiene un mínimo de sensatez para evitar que estas cosas sucedan? Delinquir no solo está bien visto; también está bien pagado.
Parece ser que las cadenas de televisión se comportan de esta forma para aumentar su nivel de audiencia. Y los oyentes -mejor sería llamarles “videntes idiotizados”- acaban admirando a los entrevistados, a su forma de desenvolverse ante las cámaras, a su capacidad de mentir…y, ¡cómo no!, acaso les surge el deseo de imitarles en posibles situaciones similares.
No sé lo que pensarán los periodistas de verdad acerca de estos intrusos que denigran a su profesión. A mí, personalmente, me parece nauseabundo revolver en las interioridades de los demás, y exhibir ante las cámaras una mirada estupefacta después de haber pagado suculentas cantidades de dinero por escuchar a los “famosos” a los que entrevistan. No sé cómo no se les cae la cara de vergüenza.
España siempre fue un país de fútbol, toros y pandereta. Habrá que añadir que también es un país de horteras. A propósito: ¿alguien se acuerda de Chiquilicuatre?

jueves, 12 de febrero de 2009

Una cola demasiado larga

La prensa, tanto la digital como la escrita, ha dado recientemente la noticia de que, según datos del Instituto Nacional de Empleo (INEM), en enero de este año el número de parados en España llegó a superar los 3,3 millones de personas. Es esta una cantidad que se dice pronto, sin siquiera pestañear, pero probablemente tenemos que pensar si no habremos perdido la capacidad de asimilar el significado de los números de muchas cifras, acostumbrados a casos como el de los millones de euros que entran en juego en el fichaje de un futbolista de élite o el de los millones de años transcurridos desde la extinción de los dinosaurios…
Y no es así…Los números de seis o siete cifras suelen significar mucho más de lo que a veces pensamos. Fijémonos, por ejemplo, en que una persona de cien años ha vivido menos de un millón de horas. ¿Y qué decir de los tres millones trescientos mil parados españoles? ¿Habrá alguien que pueda pensar que son pocos? Hace varias semanas leí un artículo en un diario provincial -concretamente, La Nueva España- en el que el columnista señalaba una forma un tanto novedosa de interpretar este número de parados; y fue una interpretación que, francamente, me dejó pensativo durante largo tiempo. Si todos estos parados se situasen en una cola (la cola del paro), de manera que la distancia entre dos ellos consecutivos fuese de noventa centímetros, la cola alcanzaría una longitud de prácticamente 3000 kilómetros. ¡Casi nada! Tres mil kilómetros es, más o menos, la distancia entre Madrid y Varsovia. Tres mil kilómetros jalonados, metro a metro, con parados españoles.
Me parece excesivo. Una sociedad con este nivel de desempleo está condenada al fracaso. Desde luego, el futuro que nos espera no parece nada halagüeño. O acaso ni siquiera exista futuro…¡El tiempo lo dirá!

jueves, 5 de febrero de 2009

Calderón

Recuerdo con cierta nostalgia mis años de docencia en el I.E.S. Calderón de la Barca de Gijón. Fueron diecinueve años de trato exquisito y cordial con que fui obsequiado por parte de alumnos, compañeros y personal auxiliar y administrativo, años en los que, aprendiendo de todos, me fui forjando como profesor y como persona.
Todo esto fue hace ya mucho tiempo, cuando yo era más joven y los días se sucedían más lentamente que ahora y cuando la enseñanza se regía por unas normas bastante diferentes a las actuales. Desde entonces han tenido lugar muchos cambios, propiciados tanto por el deseo social del logro por parte del alumnado de objetivos ramplones con un esfuerzo mínimo, como por la búsqueda por parte del Gobierno de la equiparación con Europa de la manera más sencilla: bajando el listón de conocimientos.
Fueron pasando los días y los años… Ahora, observo desde la distancia el devenir de los centros docentes y, en particular, del mío de siempre; y me maravilla el esfuerzo gigantesco que se realiza desde todos los ámbitos para, contra viento y marea, seguir adelante. No me cabe la menor duda de que, con todos sus defectos, “mi centro” sigue siendo, como antes, el mejor de la ciudad, aunque esta calidad no goce de la adecuada proyección mediática. En este aspecto, sucede lo mismo que en el fútbol: las noticias referentes a dos o tres equipos siempre ocupan la práctica totalidad del contenido de los diarios deportivos de alcance nacional, si bien a veces surge un Sporting ganador, al que dedican la letra más pequeña…
Desde la experiencia de los años y la evidencia que muestra la realidad que observo, me sale del alma felicitar a todo el IES Calderón. Se lo merece.

jueves, 15 de enero de 2009

Ruidos por un tubo

Ahora que estoy jubilado y dispongo de tiempo suficiente para hacer muchas cosas que antes me resultaban imposibles, he cogido la costumbre de dar por las tardes pequeños paseos, que me permiten desentumecer los músculos y los huesos oxidados después de tantos años de inactividad.
El caso es que hace unos días subía en Gijón hacia el parque de los Pericones pensando en cosas presumiblemente insustanciales cuando de pronto pasó a mi lado una moto a todo trapo, con el tubo de escape cortado. No creo exagerar si digo que el ruido repentino me hizo elevarme en el aire dos palmos sobre la acera, así como refrescar mi memoria acordándome hasta la cuarta generación del árbol genealógico del causante, protegido su incógnito bajo un casco de extraterrestre. Tampoco exagero si afirmo que el ruido no desmerecía en absoluto al que produce un avión al despegar. Por si fuera poco, unos metros más adelante vi a una pareja de policías municipales que, indudablemente, tuvieron que haber oído el ruido de la moto, pero que hicieron caso omiso de la infracción. Y yo me pregunto: ¿No existe, acaso, una ordenanza de ruidos? ¿No es deber de la policía municipal proteger a los ciudadanos de aquellas situaciones que puedan significar un menoscabo de la salud ambiental?
Leo en un libro de texto de Bachillerato: “Los ruidos de intensidad superior a 120 decibelios producen sensaciones dolorosas; si son de más de 140 decibelios, incluso actuando durante breves intervalos de tiempo, pueden provocar la rotura del tímpano y dar lugar a sordera permanente”.
De repente, una lucecita se enciende en mi cabeza: ¿Serán estas frases del libro entrecomilladas la explicación de por qué los policías no se inmutaron al paso del motorista? ¿Estarían sordos a causa del enorme ruido ambiental existente en nuestra ciudad de Gijón?
Dicen que Tokio es la ciudad más ruidosa del mundo. ¡Hala! ¡A por ellos!

lunes, 5 de enero de 2009

¡Menudos humos!

Cuando el 1 de enero de 2005 entró en vigor la llamada “ley del tabaco”, las lamentaciones y protestas de los hosteleros alcanzaron niveles de auténtico paroxismo. “¿Qué va a ser de nosotros?”, decían. “¿Cuántos locales se verán obligados a cerrar?” Esa ley era para ellos como el quinto jinete del Apocalipsis, que en su frenético cabalgar arrasaría infinidad de bares y restaurantes.
En contrapartida, muchos ciudadanos veíamos, al fin, cumplidos nuestros deseos de poder disfrutar de espacios sin humo, en vez de llegar a nuestras casas con la ropa impregnada de olor a tabaco.
Han pasado tres años desde entonces, y en todo este tiempo la venta y el consumo de tabaco en nuestro país han aumentado día tras día, aunque el Gobierno sostenga que el aumento de la venta se debe a consumidores foráneos. Pero la prueba es evidente: apenas hay establecimientos hosteleros en los que no se fume, y en la mayor parte de ellos el aire resulta irrespirable. ¿En qué quedó la ley? ¿En qué quedaron los buenos deseos? ¿Qué nombre se le puede dar a la cara de incomprensión o de fastidio que se le pone al consumidor engañado?

viernes, 2 de enero de 2009

La esperada jubilación


Discrepo totalmente de Miguel Delibes, que en su novela La hoja roja, refiriéndose a la jubilación, la define como “la antesala de la muerte”. Por el contrario, más bien me solidarizo con aquellos que, en plan jovial, la catalogan como “una eterna pausa para el café”.
Me jubilé hace tan solo tres meses y es tal mi osadía que en este breve período de tiempo creo haber adquirido los suficientes conocimientos para poder disertar acerca de la jubilación. Me explico. En primer lugar, estoy orgulloso de haber escalado este peldaño de mi vida, pues no todos lo consiguen y algunos mueren en el empeño. Creo que este peldaño conduce a una etapa llana, que se recorre fácilmente, aunque a veces aparecen descensos vertiginosos con curvas sin señalizar. Siguiendo este símil ciclista, puede decirse que, eligiendo el piñón adecuado, es una etapa de sesteo: ejercicio ligero, ayuda a los nietos, búsqueda de nuevas ocupaciones….
Lamentablemente, en esta Asturias envejecida, el número de jubilados está aumentando a un ritmo continuo, año tras año. Y eso constituye un serio peligro, el peligro del exceso, el de ser demasiados, de convertirnos en una plaga para el Estado… Y que nos exterminen como a ratas si, por un azar, nos vemos precisados a acudir por una simple gripe a un centro hospitalario.